¿Por qué me has abandonado?

¿Por qué me has abandonado?

La agonía carcome con tal fervor mis pensamientos que las cadenas que me atan a este catre se hacen insoportables.

–Oh dios ¿Por qué me has castigado? si yo jamás odié.

Todo castigo para mi podría ser tolerable, pero el único que me atormenta es el recuerdo de aquella mujer, tan libre como el viento, tan sublime como el mismo sol en su rutina diaria. Su cabello rojo como aquel sol me hace recordar las noches que pase acariciando su pequeño rostro. Puedo pensar en ella como mi diosa, pero cuando ese pensamiento viene a mi, mi alma se quema, mi diosa ha muerto. Me han obligado a ver cómo aquel ser era quemado hasta morir. Me duele recordar como sus ojos no dejaron de enfrentarse con los míos. Hasta el momento en que mi débil corazón sigue latiendo no podré describir que me quería trasmitir con aquella mirada. No era dolor, no era tristeza, no era terror.

– Era amor

El amor más profundo de este mundo, ese que aunque se esté quemando por completo, no deja de amar a su ser más querido.

– ¡Afuera!

gritó un hombre desde aquella pequeña cueva en la que me tenían retenido. Su voz de mando reflejaba los miles de contradicciones con su propio ser. Su vestir era tan simple como dos trapos viejos y su rostro, no lo olvidaré jamás ¿Puedes olvidar el rostro de tu madre? Tampoco olvidarás el de tu verdugo.

Camino hacia el lugar donde he de morir, mis manos pesan como dos toneladas de hierro. las cadenas van a romper lo que queda de mis manos ¿Al fin he de poder descansar?

Una horda de viento choca contra mi rostro, me recuerda a mi amada, el recuerdo hace que mi corazón no resiste más y caiga al suelo.

El lugar estaba lleno de personas, todas cegadas por odios ajenos. En mitad del escenario estaba la hoguera, donde he de sentir a mi amada una última vez.

Desde un ambón un hombre viejo llamado así mismo como el elegido de dios dice hacia la muchedumbre

– ¡He aquí, al consorte del demonio!¡Cae por el peso de sus pecados!¡Por llorar la muerte de una bruja!

Voces furiosas aclaman a los gritos de aquel que dice ser el elegido por dios, pero ¿Acaso él podría sentir el dolor de todos los que ha quemado en aquella hoguera? ¿Podría Dios sentir el dolor de todos sus hijos a los que ha matado?

– ¡Antes de ser sanado por el fuego bendito! ¡Has de arrepentirte por tus pecados y a su vez, has de renunciar al demonio!

Unos brazos me levantan y apuntan mi cara hacia aquel juez de la muerte.

Con palabras casi muertas pronunció mirando sus ojos.

– ¿Has de sentir el dolor que la humanidad expresa?

Una bofetada me hace caer de nuevo al suelo. Aquel lugar era un prado y en él pude sentir un aroma muy tenue a laurel, aroma de mi amada. Tuve un segundo de paz mientras mi cuerpo recordaba el aroma de la piel de mi consorte.

– Qué blasfemias dicen contra mí. Hombre que ha de querer casarse con el demonio… ¡La hoguera no es suficiente! ¡Hermanos, rezad por aquel que su alma ha sido perdida! ¡El fuego ha de arrancar esta hierba mala de nuestro prado!

Vuelven a levantarme, con pasos torpes me llevan hacia donde mi cuerpo ha de acabar con su sufrimiento. Con mis últimas palabras termino y mirando hacia la muchedumbre mis ojos tiemblan y de mi alma salen las palabras

– La pregunta que he hecho es hacia Dios,no hacia ti

Dio un suspiro leve

– Oh mi dios ¿Por qué? ¡Si yo jamás odié!

Otra bofetada llega a mi, esta seria la ultima. Me ponen en un tronco siendo amarrado de cuello y pies a aquella hoguera. Que irónico, el único objeto atado a mi que aun seguiría en su tarea luego del fuego, serían aquellas cadenas atadas a mis manos casi rotas por su peso.

– ¡Arde!¡Como aquella bruja a la que llamaste esposa!

Dando un suspiro y observando por último, a aquel hombre que me sacó de la cueva. Este prende la hoguera que ha de acabar conmigo.

en un instante final pude sentir el beso sombrío de la presencia más sublime de este mundo. Dándome su amor, aquella presencia fantasmal con su perfección alenta las llamas que venían hacia mí, he hizo del fuego un cálido abrazo, indoloro para mi alma.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS