Del mar nacen niños, flores, viento ingrato que deja estériles a los que sueñan. Este amor, este pan, partidos por la  pesadilla de no volar, de sembrar capullos en el cielo. Estas horas, sin nosotros, sin decir nada. Estamos perdidos en la rutina del amor. Jodemos la vida, las estrellas muertas, el hambre de mujer. Este poema es una flor hazla tu tesoro, quemala con lágrimas, amor del viento, tu esperanza envuelta en Dios. 

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