21 de septiembre.

Mi mente vaga tanto como para pensar algo racionalmente concreto cuando te miro, aún más cuando te imagino y peor aún cuando te recuerdo.

No sé en que parte del camino estoy, no sé en que viaje me embarco ni cuando regresaré o si habrá un retorno.
Son tiempos sombríos los que mi alma refleja cada día que no estoy junto a ti…

¿Cuándo te me hiciste tan necesaria? 

¿Cuándo mi cuerpo se acostumbro a tu voz?

Verte sin mi me convierte en el ser más vacío, 

verme dependiendo de ti me hace el ser más repugnante.

Nunca vi a un árbol llorar tanto como en este otoño.

No sabía que la lluvia me acompañaba en el llanto, que la noche escuchaba cuanto te extrañaba o que mi cuarto guardaba en sus cálidas paredes frías mi sufrir.

Todo lo causaste tú y ahora no distingo la realidad de lo extinto. 

¿Hubo realidad en todo lo oculto? 

¿Hubo algo dentro de ti de lo que pueda confiar?

No lo sé, ya nada sé.
Los días, el tiempo y espacio me habitan pero yo suspiro, al saber que todo tú te lo llevaste y ahora no hábito en nada, en nadie.

No vivo…