Un Final Decente – 3

Un Final Decente – 3

Yumi

03/04/2024

Pasado

La escena se abre con una perspectiva envolvente, sumergiendo al espectador en un paisaje de confrontación. En el epicentro, destaca una figura imponente, mitad hombre y mitad bestia, cuyo cuerpo se encuentra cubierto de escamas iridiscentes que reflejan la luz de manera inquietante. Sus tres ojos brillan con una intensidad intimidante mientras sujeta un sable que destella amenazadoramente.

A su lado, una criatura repulsiva, evocando la imagen de un insecto deformado, exuda una secreción viscosa que gotea de su piel. A pesar de su aspecto repugnante, parece hallar refugio bajo la sombra del hombre bestia, como si su presencia fuese una fuente de protección.

En el extremo opuesto de la escena, Yusep emerge como un contrapunto desafiante y demacrado, posicionado con firmeza en la rama de un árbol cercano. Su mano aferra con determinación un rifle, apuntando con precisión hacia la abominación y su guardián. Su mirada, fría y calculadora, denota una preparación para enfrentar cualquier adversidad, listo para defenderse o atacar según sea necesario.

Al fondo, se distingue la silueta de un hombre de aspecto delicado, cuya presencia parece en discordancia con el conflicto violento que se desarrolla. En su espalda descansa un espectro oscuro, una entidad etérea que parece desgarrar la cordura de quienes se cruzan en su camino. A pesar de ello, el hombre permanece imperturbable, como si estuviera protegido de los efectos devastadores de la entidad que lo acompaña.

El silencio tenso es abruptamente interrumpido por un estallido de luz proveniente del lado de Yusep, que desintegra al ser repulsivo. En un movimiento veloz y casi sobrehumano, el hombre bestia avanza hacia la perspectiva de primera persona, asestando un golpe de una fuerza extraordinaria que lo proyecta con violencia contra una superficie sólida, oscureciendo la visión de manera abrupta y repentina.

La escena cambia de nuevo, revelando a Leonard y Elend. Este último pregunta con preocupación:

“¿Está todo bien, Señor Leonard?”

Leonard asiente, llevando una mano a su pecho como si estuviera recordando una antigua herida, y responde:

“Solo… un mal recuerdo. No te preocupes, chico.”

Elend no parecía satisfecho con la respuesta, pero decidió aceptarla. Se movió por las instalaciones con paso distraído hasta que chocó contra la espalda de una mujer imponente, fácilmente dos metros de altura. Su apariencia era deslumbrante, no solo por su belleza sobrenatural, sino literalmente deslumbrante, con chispas de electricidad brotando de su cuerpo. Su mera presencia causaba un encogimiento en el corazón, una sensación que Elend recordaba haber experimentado antes, cerca de Yusep.

Se levantó rápidamente, tartamudeando: «Disculpe, señorita.. ¿Podría decirme su nombre? Si no es mucha molestia..» El rubor en sus mejillas era evidente; la belleza de la mujer era innegable, y estar en su presencia era abrumador para el joven inexperto en todos los aspectos de la vida.

La mujer, fijando su mirada en el chico, respondió en un lenguaje que resultaba completamente ajeno para Elend, más bien parecía un murmullo ininteligible. Sin embargo, al notar la confusión en el rostro del joven, la mujer aclaró su garganta y comenzó a hablar de nuevo.

“Disculpa, olvidé que ustedes no pueden entender nuestro idioma nativo”, dijo la mujer, que se identificó como La Voltaica. Su tono era indiferente, casi como si Elend fuera invisible para ella.

Elend, sorprendido, no pudo hacer más que inclinarse respetuosamente ante la identidad revelada de La Voltaica. Con voz temblorosa y preocupada por haberle hablado sin el debido respeto, dijo:

“Perdóneme, Diosa Voltaica. No sabía quién era usted.”

La Voltaica continuó caminando sin prestar atención a Elend, lo que inevitablemente hizo que el chico se sintiera mal, pensando que la joven diosa no le caía bien. Mientras ella se alejaba, Leonard llegaba a la escena y consolaba a Elend diciendo:

“No te preocupes, chico. Ella es así con todos. La única excepción es mi Padre.”

Mientras guiaba al joven por un pasillo totalmente blanco, Leonard señalaba hacia las ventanas a los lados. A través de ellas, se podían ver mujeres similares a La Voltaica, ocupadas sanando a los guerreros que habían peleado en la última batalla. Sin embargo, aunque todos estaban tendidos en el suelo, ninguno de ellos estaba despierto. Esta observación llevó a Elend a comprender por qué nadie hablaba sobre esta Diosa; su sanación aparentemente eficaz, pero sin consciencia por parte de los afectados, generaba una sensación de desconcierto y desconfianza.

Al notar la preocupación de Elend, Leonard compartió con él:

“Ella lo hace así debido a que un Campeón Caído está obsesionado con ella, y no es uno cualquiera. Es alguien que podría enfrentarse al Padre, y no estamos seguros de poder vencerlo. Sin embargo, él está dormido porque no puede controlar completamente su poder. Si despertara y todos los Campeones Caídos se unieran, no estamos seguros de cómo podríamos ganar.”

La escena cambia brevemente, mostrando lo que parece ser un humano con cabello blanco, adornado con marcas resplandecientes que deslumbran a la luz. Solo verlo provoca un ardor en los ojos, como si estuvieran mirando directamente al sol. Luego, la atención vuelve a Leonard, quien parece algo nervioso mientras observa a La Voltaica, pensando para sí mismo:

“Es una aliada poderosa, pero también peligrosa, todo por ese maldito Héroe Solar..”

Los dos continúan su caminata hasta que la escena cambia, revelando a Yusep sentado en su trono, el cual está manchado de sangre. Absorto en sus pensamientos, sus ojos brillan con una intensidad que sugiere que está tramando algo. Las venas de su piel se destacan en un tono negro y verde luminescente. En el interior de sus pensamientos, murmura para sí mismo:

“La Marchitación y la Podredumbre están casi coexistiendo.. Si lo logro, podré alcanzar un lugar más allá.. y el Héroe Solar no será una preocupación en el futuro..”

Mientras Yusep sigue inmerso en sus pensamientos, la escena cambia súbitamente a lo que parece ser una visión en primera persona. En ella, una mujer con el rostro en sombras, cabello de un carmesí resplandeciente, un cuerpo escultural y alas y cuernos de dragón, está sentada a su lado mientras pescan. Las risas llenan el aire, creando una atmósfera de alegría y paz. Sin embargo, el eco de la risa comienza a romperse como cristal, distorsionando el recuerdo hasta que la visión se desvanece y nos devuelve a Yusep, completamente exhausto y demacrado.

Sus ojos, llenos de desesperación, derraman lágrimas de sangre mezclada con la Marchitación y la Podredumbre. Es evidente que este recuerdo o visión ha causado un profundo sufrimiento en él, mostrando un lado vulnerable y atormentado de su ser diciendo:

“¿Por qué no puedes olvidar…? He dejado todo atrás… ¿Por qué no puedo hacerlo una vez más…?” murmura Yusep entre sollozos, su voz cargada de angustia y desesperación. A pesar de sus esfuerzos por dejar atrás su pasado, los recuerdos y las emociones persisten, atormentándolo y manteniéndolo atrapado en un ciclo interminable de dolor y remordimiento.

Después de unos momentos de silencio entre Yusep y sus propios recuerdos, un rayo de luz irrumpe en la habitación, iluminando la escena y revelando múltiples cadáveres, entre los cuales se distingue a Wing, en un estado aún peor que la muerte. De repente, La Voltaica emerge del rayo, acercándose con preocupación a Yusep. Comienza a tratarlo con una luz eléctrica que parece tener efecto en él, cerrando las heridas de sus ojos.

Mientras trabaja en Yusep, La Voltaica habla con voz cargada de preocupación:

“Sé que no puedes morir, mi Señor, pero no deberías someterte a esto. Tu alma y tu mente están sufriendo…” Yusep no responde, limitándose a mirar a La Voltaica de reojo, sin decir ni hacer nada más. Un silencio sepulcral cobra forma entre ellos, mientras La Voltaica termina de hablar: “Entiendo, mi Dios.. No diré nada más..”

Después del tratamiento, La Voltaica se retira, no sin antes dirigir una última mirada hacia el imponente Yusep sentado en su trono. En un instante, la escena cambia y nos transportamos a la visión de La Voltaica. En ella, el alma de Yusep está totalmente agrietada y malgastada, revelando los efectos devastadores del dolor y la angustia que han marcado su existencia diciendo:

“Espero que algún día encuentre paz en su mente perturbada..” murmura La Voltaica, con un tono cargado de compasión mientras observa el alma agrietada de Yusep. Su deseo sincero es que el líder perturbado pueda finalmente hallar la tranquilidad y el sosiego que tanto necesita.

La escena se cierra con Yusep, solo en su trono, rodeado por el silencio y la oscuridad de su sala de audiencias. Su mirada perdida en el vacío, refleja la carga de su alma y la lucha interna que enfrenta día tras día. En un gesto de resignación, Yusep se levanta lentamente de su trono, sintiendo el peso de su soledad y responsabilidad. Aunque amado y reverenciado por su pueblo, sabe que la paz verdadera sigue siendo esquiva, atrapada en los recuerdos dolorosos y las cicatrices del pasado. Con paso firme pero cansado, Yusep se dirige hacia la ventana, contemplando el paisaje nocturno que se extiende ante él. Las estrellas brillan en el cielo oscuro, recordándole la vastedad del universo y la pequeñez de su propio ser. En ese momento de quietud, una voz suave pero firme resuena en la sala, sacando a Yusep de sus pensamientos. Es La Voltaica, quien se acerca a él con delicadeza y determinación.

«Yusep,» dice La Voltaica, su voz cargada de compasión y sabiduría, «sé que tu carga es grande y tus batallas son difíciles. Pero no estás solo en este camino. Tu pueblo te apoya y yo estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.»

Yusep mira a La Voltaica con gratitud y determinación renovada. Aunque el camino hacia la paz puede ser largo y arduo, sabe que con el apoyo de sus aliados y la fuerza de su voluntad, puede encontrar el camino hacia la redención y la tranquilidad que tanto anhela. Con un último suspiro, Yusep se prepara para enfrentar el futuro con valentía y esperanza, sabiendo que, aunque las sombras del pasado puedan perseguirlo, también hay luz y amor en su corazón para guiarlo hacia adelante finalizando por decir:

“Gracias, Hija..”

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