Algunos días, me miró al espejo de manera consciente y no me reconozco.
No sé quién es esa que se refleja allí, con sus ojos tristes y la sonrisa amarga.

Duele en lo profundo del pecho la sensación de no encontrarme, y empiezo a maquillar mi rostro para esconder este grito de angustia que se me sale por los poros.
Algunos días, por ahí cada tanto tiempo.

Por lo general, me miró rápidamente, para no dar tiempo al vacío, para no pensar en nada paso por el espejo y sonrío.

Una mueca cómplice, como quien acepta que todo está marchando, que vamos bien, aunque nos lleve el diablo, que confío en lo que estoy haciendo para sobrellevar la vida, para cumplir conmigo, aunque creo que es por el contrario un deber que se instauró en mi mente, un deber con los que quiero bien, aunque a veces, ahí no esté mi nombre escrito.

Esta revisión profunda, este sentir morir cada que respiro, no puede ser muy seguido, porque entonces me arrastra la melancolía de una vida sin vida, de un engaño constante, de una tristeza eterna y la ausencia de mí misma.

Siempre termino limpiando bien las lágrimas y ahogando el dolor que me quiebra en llanto con una sonrisa amarga, para salir brillando y continuar la vida.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS