Presente
El eco de una pregunta resuena en el aire enrarecido del campo de batalla, pronunciada con una cadencia melancólica y triste. En medio de las llamas danzantes y el caos circundante, un hombre de cabello oscuro, ojos dorados con una estrella de tres colores en ellos y una estatura imponente, se encuentra sentado, su figura solitaria destacando entre la destrucción. Con una mirada fatigada que refleja un peso indescriptible, susurra apenas audible al universo agotado que lo rodea:
“¿Cuántos años han pasado?”
Un suspiro escapando de sus labios, apenas un eco de la nostalgia que lo consume.
“Extraño cuando éramos más”, añade, las palabras cargadas de un anhelo que trasciende el tiempo y el espacio.
En ese momento, un joven valiente se aproxima con cautela, su mirada llena de admiración y respeto hacia el hombre sentado entre las ruinas del campo de batalla. Con temor palpable en su voz, el muchacho se aventura a preguntar:
“¿Puedo preguntar su nombre?”
El hombre de cabello oscuro le dirige una sonrisa reconfortante y tierna, extendiendo una mano para acariciar la cabeza del joven. Con una mirada profunda y decidida, responde:
“Me llamo Yusep. Estoy aquí para luchar por ustedes en esta guerra, para protegerlos del peligro. Pero tú, joven, deberías volver a casa. Tu familia te necesita. Esto es asunto de adultos.”
El chico, con inocencia y curiosidad, levanta la vista hacia Yusep y pregunta:
“¿Qué hay de tu familia entonces?”
La sonrisa de Yusep se torna melancólica mientras el paisaje a su alrededor se vuelve sombrío. Las llamas que antes iluminaban el campo de batalla comienzan a extinguirse, los gritos de guerra se desvanecen y un olor a muerte se cierne sobre ellos. Yusep extiende su mano y toma un Martillo de Guerra recubierto en llamas, luego despliega un par de alas poderosas que emergen de detrás de su espalda, envolviendo al chico en su protección.
“Ya no están, solo tengo que protegerlos a ustedes, mis descendientes.”
En un parpadeo, un filo atravesó el pecho de Yusep, pero con una velocidad impresionante, él movió al joven fuera del peligro inminente. Su mirada permaneció serena mientras arrojaba al joven a un lugar seguro, apretando con fuerza la empuñadura del Martillo de Guerra.
Con una determinación abrumadora, Yusep se enfrentó al ser humanoide que lo había atacado. La criatura, con cabello rojizo y ojos llenos de arrogancia, sostenía un machete ensangrentado que atravesaba el pecho del Campeón. Yusep miró con desprecio lo que una vez fue un ser viviente, ahora regenerándose a partir de los restos dispersos.
“Qué vergüenza que en el pasado fuéramos compañeros”, murmuró Yusep con pesar. “Te liberaré de tu desgracia.”
Las palabras de Yusep fueron recibidas con una risa maníaca que resonó en el campo de batalla, sembrando el miedo en los corazones de los presentes, excepto en el joven que se alzaba junto a Yusep, recuperándose de la caída.
El ser humanoide extendió su mano, convocando el machete que aún yacía en el pecho de Yusep, pero este lo retuvo con firmeza. Con voz desafiante, el ser habló con arrogancia, desafiando la fortaleza del Campeón
“Vamos Yusep, ¿Cuántos años más aguantaras? ¿1.000? ¿10.000? ¡No importa! ¡¿Por qué sabes algo?! ¡No importa cuantos años más aguantes, al final ganaremos! ¡Únete Yusep, aun puedes ser uno de nosotros, te podemos dar más de lo que siempre tuviste! ¡¿Por qué te quedas a su lado?! ¡Eres el más fuerte de nosotros, con esa clase de poder podrías ser nuestro Líder!”
Yusep guardó silencio ante la provocación, mientras el miedo y la incertidumbre se apoderaron de aquellos que presenciaban la escena. Sin embargo, con un solo paso, Yusep envió un mensaje claro a todos los presentes.
Con una sonrisa serena, Yusep alzó su martillo y rompió el machete con un solo golpe, proclamando:
“Hay algo que no pueden darme.”
El ser humanoide intentó hablar
“¡¿A tu esposa?! ¡Si aceptas podemos re-”
pero antes de que pudiera terminar, un golpe certero lo dejó inconsciente en el suelo. Yusep, con una mirada de furia, dice con una voz llena de furia.
“¡Han ido demasiado lejos! No los dejaré salirse con la suya. Wings, pagarás por tus acciones. Tu inmortalidad no te salvará de tu destino. Te aseguraré de eso.”
Las palabras de Yusep resonaron en el campo de batalla, infundiendo valor y determinación en las filas de sus seguidores. El joven, erguido y valiente, proclamó:
“¡Luchen por el Humano Dios! ¡Nuestro Dios!”
Con estas palabras dichas, todo el ejército que no solo está constituido por seres humanos, Sino de multitud de razas diferentes, avanza hacia la victoria en franesis, rompiendo las filas de las cosas que no pueden considerarse «seres vivos» matando a todos estos seres sin sufrir prácticamente bajas mientras que Yusep observa desde un trono de lo que parece metal de textura similar a la madera manchado de sangre, este trono tiene decenas de la forma de las palmas, Yusep enfoca su mirada en un par de manos, liberando una leve sonrisa y el cuerpo de Wings parece haberse desvanecido.
Pasado la batalla, Se puede ver como los soldado empiezan a retroceder después de una aplastante victoria, llevándose los pocos cadáveres de los suyos, Juntándolos a todos en llanura de manera respetuosa, Yusep y acompañado del Joven se acercan a ellos, con una mirada triste Yusep se arrodilla ante los cadáveres, unas llamadas se extienden por todos los cadáveres, empezando a desaparecer completamente el Joven mira de reojo a Yusep y el le devuelve la mirada sonriéndole levemente diciendo:
“¿Cómo te llamas, Joven?”
El joven avergonzado agacha la mirada y le contesta
“S- Soy Elend, Señor.”
Yusep con una mirada sorprendida dice con una sonrisa
“Tienes el nombre de un antiguo amigo, Elend.”
Yusep se levanta inclinándose levemente hacia donde antes se encontraban los cadáveres, acercándose a las familias de los caídos, para ofrecer su consuelo, culpándose por su incompetencia, uno de los que estaba ahí se arrodilló ante él y dijo:
“No tiene por qué culparse por los caídos, usted es nuestra luz, creo hablar por todos los presentes, usted es nuestra esperanza.”
Yusep sonríe levemente mirando con pena a las familias y diría:
“Agradezco el apoyo de todos ustedes, sois lo que hace latir mi corazón cada día” desvía su mirada hacia Elend acercándose a su oído “Ven a mi casa después.”
Elend asiente de manera frenética, Yusep sonríe ante su reacción y desaparece en una oscuridad que lo tapa por completo. Tiempo después Elend llega a la casa de Yusep, Una simple casa rustica hecha mayormente de madera, situada en una tranquila montaña nevada, Al llegar a la puerta esta se abre de forma repentina asustando un poco a Elend, de ahí se asoma Yusep saludando, dejando pasar a Elend y con una voz tranquila diría:
“Imagino que no sabes por que te llame.”
Elend niega con la cabeza.
“Parece que tienes una pregunta desde que me viste en el campo, me llamo la atención, no suelen tener preguntas para mi, dime, ¿Cuál es la pregunta?”
Elend se encontraba sorprendido, sonriendo levemente y agachando la cabeza algo avergonzado.
“Pareces saberlo todo, Señor.” Una leve risa se escucha de parte de Yusep “Ya que usted pregunta, algo me preguntaba desde que lo vi” un leve silencio se hace presente y respira hondo, para hacer una pregunta difícil “Usted.. ¿Qué es?”
La pregunta deja bastante desorientado a Yusep con una voz segura como siempre diría:
“Mmm. Soy un humano, un esposo, un hombre, una mujer, un animal, un rey, un amante, un poeta, un inventor, un padre, un hijo y un tirano. Yo soy todas ellas, yo soy Yusep.” mantiene su sonrisa tranquila mirando a Elend y termina diciendo “Dime Elend ¿Tu quien eres?”
Un silencio pesado llenó la habitación mientras Elend reflexionaba sobre la pregunta de Yusep. Justo cuando estaba a punto de responder, una voz desconocida resonó en la sala.
“Para entender quiénes somos en el presente, debemos sumergirnos en el río del pasado. Nuestra esencia está moldeada por las corrientes de nuestras acciones pasadas, por los remolinos de nuestras experiencias previas. Somos una amalgama de lo que fuimos y lo que somos, una fusión indisoluble entre lo que hemos sido y lo que nos hemos convertido. Nuestra identidad se encuentra entrelazada con nuestros recuerdos, con las huellas que dejaron nuestros pasos en el camino de la vida. Así, el pasado se convierte en el cimiento sobre el cual se erige nuestra existencia presente, el espejo que refleja quiénes somos en realidad.”
Yusep y Elend dirigieron su mirada hacia el costado, donde un ser humanoide de al menos cuatro metros de altura estaba parado, con una sonrisa enigmática en el rostro, observando a ambos.
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