¿Corazón o cabeza?

¿Corazón o cabeza?

Gerardo Mar

01/04/2024

Las experiencias que nos tocan nos definen, nos hacen pensar las cosas dos veces desde que somos unos niños, el tomar riesgos y observar cada resultado después de nuestras acciones lleva un precio, un precio que dependiendo de qué tan fructífera o qué tan agonizante haya sido el resultado, es si volveríamos hacer las cosas iguales o no. Desde si tenemos un accidente como una quemadura con algo que no sabíamos que era caliente, para no volverlo a hacer, hasta una decepción amorosa, y sabemos cuáles son las cosas que no volveríamos a hacer, esos “no negociables” que descubrimos cada que estamos con alguien diferente.

Hablando de relaciones amorosas, soy muy fiel creyente de que cada persona nos deja algo bueno, mínimo con darnos cuenta de que es lo que NO queremos en alguien ya es algo bueno.

Pero también soy fiel creyente que nos volvemos un poco paranoicos, nos volvemos un poco más retraídos y es mas difícil dejar que alguien vea tu “yo” vulnerable por todas esas pequeñas decepciones que anteriormente nos llevaron hasta el momento en el que estamos hoy.

Desgraciadamente, llegamos a un punto en el que empezamos pensando solamente con el corazón, sin ver defectos, sin ver las famosas “red flags” y solamente viendo lo bueno o lo bien que nos hace sentir estar con el o ella, y terminamos a un punto en el que solo entra el pensar racionalmente, cuando solo vemos esos defectos y encontrar cualquier pequeño “pero” para no comenzar siquiera con alguien, ni siquiera intentarlo, preferir ahorrarnos una decepción termina siendo lo mismo que dejar ir algo posiblemente increíble y que no se vuelve a encontrar jamás.

No somos perfectos, somos seres imperfectos y hay que aceptarlo, pero no podemos quedarnos con esa idea cada vez que conocemos a alguien, con ese miedo a ser lastimados, con esa flojera de empezar de nuevo con alguien o inclusive el pavor de que alguien vea a través de esas máscaras sociales que todos usamos de diario.

Que triste es cuando pensamos solamente con la cabeza, cuando no escuchamos a nuestro corazón, dejando ir cosas tan hermosas que pueden llegar a nuestra perspectiva de perfección, por unos “peros” que a veces no son siquiera de nuestra cabeza, que alguien más nos impuso y creímos por idiotas. El balance entre el corazón y la racionalización tiene que estar, pensar con la cabeza y con el corazón no está peleado.

Si solo dejamos el mando a tu “yo” racional, no hay chispa, no te arriesgas, no dejas que esas mariposas en el estómago lleguen, no permites siquiera que un amor que puede llegar a ser tan precioso e inocente llegue a tu vida por pensar en un futuro que ni siquiera sabemos que vaya a llegar, en un futuro que podría ser al lado de ese alguien especial, y que si permitieras que tu corazón formara parte, no dudarías un segundo por esos sentimientos tan fuertes que tienes.

No estoy diciendo que pensar con la cabeza sea incorrecto, ni que desconfiar sea una mala técnica, pero el beneficio de la duda tampoco está mal, un pequeño brinco a un vacío que puede llevarte a volar de una manera que jamás imaginaste, ¿puede fallar? Claro, y podría ser horrible, pero, ¿valdría la pena arriesgarse? Si puede llevarme a sentir que despego mis pies cada que escucho su voz, cada que la veo, y cada que sonríe, para mi vale la pena cada cicatriz que pueda dejarme.

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