Una cita de más

Una cita de más

S.R.O

30/03/2024

Me quedo pensando en la pregunta, y la verdad es que se siente como una soga que me aprieta la garganta, un miedo tan profundo que solo se siente en mis entrañas. Me cuesta tragar con solo pensarlo.

«¿Sabes de donde viene?» me interrumpe la psicóloga mis pensamientos. Sé que quiere ayudarme pero tiene una voz chillona que me causa un dolor de cabeza penetrante.

«Pues si, de la garganta, porque cuando me acapara el miedo se me cierra y no puedo respirar. Un ataque de ansiedad, le llamarán algunos, yo creo que es la falta de amor y el terror con las manos en mi cuello, lentamente arrebatando mi vida por medio de cada respiro.»

«Intentemos no utilizar metáforas, recuerde que estoy para ayudarlo. Voy a repetir la pregunta de una manera más clara: ¿Qué cosa o persona cree que le causó ese miedo?» – claro, tenía que ser además psiquiatra, esos no tienen ni un pelo de imaginación, posiblememte hasta le teme a la creatividad.

Ya empecé a juzgar a la psicóloga, por eso es que no vengo a estas citas. Usualmente las agendo al mismo tiempo que tengo la Junta Directiva de la empresa.

«Viene de lugares profundos, de esos en los que no podemos confiar, pues las memorias de esos lugares lejanos han sido transgredidas por el tiempo. Es donde el blanco se volvio en beige, un simple grito en abuso y una mirada en perdición. Nada tiene sentido, el subconsciente ha arrasado con todo.

Pero dada la insistencia, mi respuesta seria que: Debe de venir del día en que mi padre me dejó de ver a los ojos. El día en que dejo de llamarme hijo y me llamó por mi nombre. Un simple día, como cualquiera, un niño se levanta y se topa con su padre, quien siempre lo abraza y lo saluda, hasta que una simple mañana su rutina sufre cambios y su padre ya no lo determina. Así son las cosas en la niñez: sin explicación, sin palabras, solo una avalancha de pequeñas acciones que rompen el ingenuo junto con el corazón.

Debe ser que me da miedo repetir el ciclo, debe ser que al no entender acudí a un espejo y lo único que existía es mi reflejo. Perdón, debo ser más claro con usted, no le gustan las metáforas ni la comprensión de lectura. Debe ser que el día que mi padre se fue, se me vino a la cabeza que la culpa la cargaba mi figura. Debe ser que el día que me volteo la cara, era por mi y no por él. Debe provenir del día en que deje de ser amado por quién soy, sin saber que hice. ¿Le ha quedado claro señorita Flint?»

«Si, me ha quedado claro. Se que puede ser molesto pero debo preguntar: ¿Cómo le afecta este miedo en su vida diaria?»

Si tan solo supiera que veo mi miedo tocarme la puerta en cada pelea, lo veo como me calla la boca cuando algo me molesta y lo siento cuando me trago mis palabras de rabia. Si tan solo supiera que es un maldito acompañante, indeseable pero leal, no se marcha de mi lado por niguna circunstancia.

«Pues tiendo a complacer, señorita Flint, como lo estoy haciendo con usted, para ser exactos. Hago lo que usted dice, sin titubear porque quiero ser agradable, quiero que usted me quiera. No uso metáforas ni le digo que su voz es chillona, no le digo que los jueves tengo Junta Directiva y por eso ese día agendo mi cita, para nunca venir. Tampoco le digo que mi padre es un desgraciado o que me he querido quitar la vida. Ni que se vaya al carajo o al menos debe darse una leída, más a menudo. En fin señorita Flint, yo intento agradarle aunque usted me desagrade, yo intento complacerla aunque no la vuelva a ver, es un excelente mecanismo de defensa y la receta perfecta para una miserable vida.

Así que discúlpeme pero creo que me marcho, buen día señorita Flint, le diría que es un placer pero mejor no la complazco.»

Y me marche por la puerta sin un solo peso encima, pensando que tal vez solo debía tenerle fe a la psicología.

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