En la puerta blanca de mi memoria
se acumulan polvo y sueños,
fragmentos de risas lejanas
y el eco de pasos que se alejan.

No es necesario barrer;
todo se va acumulando solo,
tiene su propio peso,
su propio ritmo.

Está lleno de nostalgia,
añoranza y desolación.
Abriendo un poco la puerta,
se deja entrever una mirada distante,
sonríe pero no está alegre,
mira pero no ve.

No es posible atravesarla,
esa puerta blanca de mi memoria.
Se niega a dar paso a conocidos y desconocidos,
encierra el álbum de las risas compartidas,
de las lágrimas vertidas en silencio,
de los secretos confiados,
de los miedos compartidos.

Cada golpe en la madera, cada cerrar de puerta,
resuena como una melodía olvidada,
que desdibuja un verso mal escrito,
recordándonos lo que fuimos, lo que somos.

En la puerta blanca de mi memoria,
se desvanecen los límites del tiempo,
y cada recuerdo, cada momento,
se convierte en eterno, infinito.

Puedes ver la puerta blanca de mi memoria,
pero no puedes sentir el peso de las historias que guarda detrás.

Está cerrada, no por falta de deseo de abrirse,
sino porque algunas habitaciones están demasiado llenas,
demasiado atiborradas de lo que fue,
para simplemente dejar entrar a cualquiera.

@Dcadenciarota

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