Después de aceptar mis limitaciones,
despierto de la embriaguez mundana.
Abro los ojos a la realidad cambiante de la vida,
no albergo rencor ni pensamientos ofensivos,
hace tiempo que sé quién soy.
Es reconfortante entender que estoy más viejo,
mucho más humilde,
pero me siento gigante,
tengo unos gatos que me aman,
hijos saludables,
y una mujer que no camina detrás de mí,
sino a mi lado, quizás un poco adelante.
Cuando sus ojos tristes me dicen, Tú eras lo que yo buscaba,
avanzo tranquilo, usualmente sonriendo,
sabiendo que he triunfado.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS