Las 24 horas del día no bastaban, con él la frase «el tiempo pasó volando» era literal completamente, lo veía y el mundo alrededor desaparecía, lo veía y las horas se transformaban en segundos, veía sus manos y me transportaba al lugar profundo de mi corazón donde guardo aún las imágenes intactas de él, amaba su sonrisa al verme, amaba sentir su calor, sentirlo cerca, amaba su ojo tembloroso, sus manos, son sus manos lo que más recuerdo.
Me sentaba junto a él y estaba segura, completa, feliz, no importaba el lugar, era él, su voz, su piel, lo sentía completo junto a mí aunque no me tocaba, lo sentía en mi espalda, en mis muslos, en mi boca, era cálido aunque tenía sus manos frías casi siempre, y cuando me besaba.. cuando me besaba me elevaba, me enredaba, me envolvía en él, en la buena madera de la que está hecho, sus besos me entorpecían y hacían que tarde segundos en volver a este plano, sus besos.. desde el primero al último, lo fueron todo.
Así como llegó, se fue, arrancando cada fibra que nos unía, despegando cada molécula cálida que me permitía sentirlo, se fue y lo despegó todo, aquí quedaron las rasgaduras de lo que se llevó y dejó, se fue, pero, qué quedó?….
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