Le repaso en mi mente varias veces al día…

Ya es hora de soltarle, es momento de no aferrarme a la idea de que es por orgullo que se ha alejado de mí. Es ahora cuando tengo que dejarlo ir…


Quisiera que soltar el aire fuera arrancarlo de raíz, que una lágrima fuera sacar lo que siento, que una carta de despedida borrara los recuerdos, que la herida no hubiera existido y no tuviera la cicatriz para no traerlo a memoria de manera ansiosa. Quisiera volver a ese momento y abrazarme, para no tener que sentir como su ausencia dolía en la  crisis, cuando lo único que quería era estar rodeada de sus brazos. 

Quise negociar aunque yo perdiera, quise olvidarme y dejar de ser mía con tal de no sentir el efecto de su distancia insensible. Pero, de todas formas se fue de golpe haciéndome dudar de sí fue real lo que viví a su lado.

Que debo dejarlo, lo hago de a pocos, de a lágrimas, con pequeños esfuerzos. Mientras ya me había olvidado desde antes de no volver a responder. Yo aún sigo, reuniendo las partes rotas, tratando de recuperar la fé mientras me sigo sintiendo insuficiente. 


Le repaso en mi mente todos los días… 

probándome en medio de conversaciones superficiales, quiero acercarme mientras me alejo, quiero reemplazar lo que siento por lo que debo sentir, no quiero entender el porqué no el cómo, quiero verle como lo que es y no por lo que siento… Quiero devolver para ver si finalmente soy libre de eso que me hace volver aunque me rechace. 


Le repaso en mi mente… Todos los días, desde el principio, como una adicción que  hace que no quiera nada más, solo su cariño.

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