¿Cuál es la manera correcta de transitar una pérdida?
Anoche me fui a acostar haciéndome esa pregunta, a la que ya pasadas las 24 horas sigo sin encontrarle una respuesta.
Me parece inexplicable -al menos para mí hoy- que habiendo perdido una parte mía con la muerte de mi perro, la vida deba continuar como si nada. Mi mundo es diferente, pero todo sigue girando, todos siguen cumpliendo cada rol del engranaje.

Después del llanto en familia, pude analizar que mi mamá se puso a cocinar para mis hermanas y mi papá, los cuales tenían que cenar como si nada hubiese pasado.
Qué duro es entender que todo sigue sin pausa, aún cuando nuestras vidas cambian. No hay tiempo para ningún proceso, para ningún duelo, para ningún nosotros como prioridad.

Hay que levantarse y seguir, dar vuelta la página y llorar mientras se trabaja, mientras se cocina, mientras se sigue con la rutina.
Tengo ganas de que el mundo se pare por un rato. De no estar bajo ninguna influencia social, de no pertenecer, ni desear pertenecer a nada. De sólo llorar y darme tiempo de sufrir, de vivir el sufrimiento con la intensidad que necesito por la muerte de mi perro.

Su bondad, su cariño, su incondicionalidad son difíciles de encontrar en los seres de nuestra misma especie, y es realmente duro entender que viven muchísimo menos que nosotros. Y es duro aceptar que la vida seguirá corriendo el día que haya otras pérdidas -incluso cuando esa pérdida resulte ser yo para otras personas-.

Estos golpes me hacen volver a pensar en qué quiero, cómo lo quiero, qué es importante y qué no lo es.

Espero que el llanto entre medio de la rutina sane un poco del dolor que hoy siento, y que el tiempo cure.

Gracias para siempre compañero de 4 patas. Nunca te olvidaremos.

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