La puerta queda marcada

La puerta queda marcada

S.R.O

04/03/2024

Me río con solo pensar en estar de nuevo en este lugar. Después de cientos de años de haber escapado tengo que volver a entrar por esa puerta. Se me ponen los pelos de punta justo antes de que mi mano toque la perilla. Apenas la abro es como si me devolviera en el tiempo, en un abrir y cerrar de ojos tengo cinco años, afuera se escucha la torre de reloj que marca las diez en punto, las campanas rugen como leones, el cielo esta gris y parece que va a llover. Esos eran los peores días, cuando me era imposible salir de la casa por el aguacero, tenía que ayudar a mi madre a poner la mesa y otras tareas de la casa. Me recuerdo que solo me daba los tenedores por miedo a que me hiciera daño con los cuchillos…la ironía.

Me recuerdo ver el agua caer por la ventana y desear que se detuviera, que saliera el sol picante acompañado de un cielo azul de esos que parecen un oceano boca arriba. Poder correr por la pradera, descalza, mis pies repletos de barro, el aire puro acariciando mis pulmones y limpiando mi alma.

Mi madre también le temía a aquellos días sombríos. Posiblemente porqué sabíamos lo que nos aproximaba. Sabíamos que el mounstro salía de su cueva a las cinco y si llovía se quedaba bebiendo veneno con sus secuaces. Sabíamos que cuando las nubes cerraban el cielo venía a casa tarde y no venía repartiendo flores, ni tesoros, pero golpes y moretones. 

Esos días son los que me hacían soñar con un mejor hogar, uno repleto de días alegres, donde me levantara al sonido de pájaros en mi ventana y al asomarme ver las mariposas volando en un tono elegante. Uno donde pudiera dormirme sin miedo a la oscuridad, donde mi mamá me abrazara por amor y no por terror. 

Pero esos mundos no existen, solo en nuestros sueños y la realidad es nuestra pesadilla. Por eso abro la puerta de par en par, con un nudo en el estómago y con la garganta seca. Busco a mi madre con mis ojos aguados, porque solo el ver estas paredes hace que mi sangre se hierva. La encuentro en el sofa, casi desvanecida, los años le pesan y se ve cansada, pero por alguna razón puedo ver en su alma que se encuentra más tranquila. Puedo ver que el verde de aquellos ojos redondas ya no suplica auxilio, ya no grita ayuda, solo se sienta encima de aquel lienzo blanco, libre, desencadenado. Debe ser porque aquel bastardo ha fallecido, y por más sola que este no dudo que su corazón en el fondo está más que agradecido.

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