Haciéndose los ciegos en una pasión sigilosa prefirieron el odio y jugar a lo que el viento se llevó, desprevenidos la vida los hizo caminar treinta días y uno para rescatarse el uno del otro,
escrito bajo mi percepción.

La presión social inyectaba de falsos sentimientos él corazón reanimado de la Caperucita, no volvió a recoger el trigo pasando de los prados al bosque donde ocasionalmente se cuestionaba si perder la dignidad con el lobo debía ser lo correcto.

El amor es una pócima utilizada como tranquilizante que mucho se asocia con la felicidad.

Le prohíbo a mi lágrimas brotar por quien no se gano el espacio en la importancia, Le exijo al tiempo no sentir y solo pecar porque se saborea amargo, la sobriedad me debilita pero no la rompo pues cordialmente me despedí de la adición.

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