MI ALMA

Bajo la lluvia

P.S.M

El día está gris, nubes negras se dibujan en el cielo presagiando tormenta. Miro por la ventana y mientras tomo un café, veo la gente pasar. Todos con sus mejores y más abrigados atuendos para la ocasión, a pasos largos y rápidos pues no quieren que la lluvia los alcance.

Hace frío, un tenue vaho empaña el espejo, un, dos tres y me preparo para salir, abrí la puerta y una ráfaga de viento heló mi humanidad.

Empieza mi transitar, empieza mi día, empieza la batalla diaria por conseguir un lugar en el transporte. Una leve y suave llovizna empieza a caer. Aceleró el paso, el tráfico es aturdidor, la gente entre dientes murmura lanzando para si mismo arengas contra el clima.

De repente viene a mi memoria, el olor a hierba mojada, mi mente me transporta a mi infancia, cuando la lluvia era motivo de carnaval, donde saltar en los charcos era la experiencia más encantadora aún sabiendo las reprimendas de mamá. Cierro el paraguas, levanto mi rostro, cierro mis ojos y dejo que la lluvia acaricie mi rostro, siento el saludo del cielo, siento como los seres que ya no están conmigo se hacen presente a través de las gotas de lluvia. Una lágrima rueda pero se pierde en mi mejilla, se entrelaza con las gotas de agua. Recuerdo a mi madre, cuando en los días lluviosos me abrigaba para evitar los resfriados, tomaba mi mano y de forma presurosa corría a algún lugar que nos resguardará  del tan mal clima.

Recuerdo su olor, aquel perfume, suave y dulse, recuerdo el calor de sus manos abrigando las mías, recuerdo su rostro, sus palabras tiernas y sus brazos como alas que rodeaban mi ser para darme calor.

Siento su abrazo aquella mañana, siento aquel saludo tierno, siento sus brazos rodearme. Cuánta falta me hace mi madre, lloro amargamente, ella ya no está, ella partió y sólo la podré volver a ver el día que yo también parta de este mundo.

En mi mente escucho su voz, esa voz suave y tranquila, siento como seca mis lágrimas y me dice “ todo estará bien”. Aquel momento sublime es alterado por un sonido ensordecedor, abro mis ojos, veo un auto acercarse no me da tiempo de reaccionar. Veo como mientras me lanza por los aires, mi cuerpo como de papel se estremece. Luego, oscuridad total, sonidos sordos, siluetas y de repente entre aquella multitud reconozco una, reconozco su calidez, reconozco su mirada dulce y tierna, poco a poco y sin saber cómo su rostro se empieza a revelar. Me estremezco de emoción, y empiezo a sonreír, es ella, es mi madre que llega a mi encuentro.

Un momento!!. ¿Qué pasó?, ¿Dónde estoy? Miro hacia un costado y veo mi cuerpo inmóvil tirado en el asfalto frío y mojado, una línea roja sale de mi cabeza, mis ojos aún abiertos miran al firmamento. De pronto una voz me llama «vamos hija, todo estará bien” siento la paz, siento como me lleva por lugares jamás recorridos, ella sonríe, me lleva por verdes prados, el calor del sol es diferente, respiro amor infinito. A lo lejos un hombre, alto, fornido, sale a nuestro encuentro, su voz!! Aquella voz fuerte, su sonrisa franca y su mirada tierna, me abraza. con su mirada me dice “ya estás aquí “ “ ya todo pasó “. Seres amorosos lo acompañan, los reconozco por sus ojos, son mis abuelos aunque jamás los ví mientras estuve el la tierra, se alegran, personas que nunca había visto me dan la bienvenida. De repente una voz ahogada me llama, el llanto, de una pequeña llama mi atención, me encuentro entre dos dimensiones, siento paz, pero a la vez dolor, el llanto de aquella pequeña es desgarrador, me asomo y veo como entre sus brazos sostiene mi cuerpo, como entre lágrimas dice «no te mueras, no me dejes, te necesito aquí conmigo». Me estremezco, dejo a un lado a quien yo reconocí como mi madre, la miro, la abrazo lenta y pausadamente, abrazo a mi padre, doy gracias a el Dios que existe en mi corazón por tan sublime oportunidad de haber visto a los seres que más amaba. Aquel segundo pareció una eternidad. Pero…aquella pequeña, su dolor y su llanto conectó con mi amor de madre, aquel lazo invisible se unió y…abrí los ojos y con esfuerzo y dificultad le dije “ tranquila, todo estará bien”. Luces aparecen, sirenas suenan, la luz de un quirófano me recibe. Miro a mi hija y con una leve sonrisa suelto su mano y con voz casi inaudible le digo “nos vemos pronto” “ te amo”.

De nuevo luz, brillante , resplandeciente, infinita; de nuevo aparece mi madre, pero esta vez sostiene mi mano. Veo todo lo que aquel Galeno hace por salvar mi vida, gasas, instrumentos, sangre y aparatos. Cuando termina, mi madre como quien lleva a su hija a la puerta del kinder me mira, sonríe y me dice con suave voz “ pronto nos vemos” y al instante abro mis ojos y junto a mi esta aquella pequeña que espera impaciente mi abrazo.

Todo aquello lo guardo en mi corazón y sé que algún día, al otro lado me esperan. Por ahora el amor infinito me ata y con alegría vivo está segunda oportunidad, a la espera del retorno a casa.

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