los colores

alegres juegan

traviesos diablos

hurgando

en la retina cantan

canciones

de lejanos puertos

en claros pasteles

de silencios

impecables

y crecen

como

picos escarpados

celestes

que renuncian

a los

azules metálicos

-aquellos expertos

que cortan

como daga

el frío-

y vuelven

al amanecer

en anaranjados rotos

en cristalinas lágrimas turquesas

en cristalinas lágrimas urgentes

en el bermellón

de adentro

vestidos de negro

vienen

vestidos

de lascivos

misterios

que todo

lo encienden

que pintan

el mundo

antes que

la noche

negra y bella

despierte

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