Capítulo 2: Sombras del Olvido

Habían pasado seis meses desde la última vez que estuvo en la consulta de Amara, seis meses de  intentar pensar que todo estaría bien y que superaría por su cuenta los recuerdos que la empezaban a perseguir sin descanso. La traición aún estaba fresca en su mente, como una herida que se negaba a cicatrizar. Cada noche, las pesadillas volvían para atormentarla, recordándole el dolor que aún no había sanado. 

La luna, apenas un débil resplandor en el cielo oscuro, arrojaba destellos plateados sobre la cama vacía de Samsa, quien sentada desde el suelo de su habitación la contemplaba en sus noches de insomnio. Recordaba los días felices de su infancia, cuando el mundo parecía lleno de promesas y posibilidades infinitas. Pero también recordaba aquello que insistió en enterrar bajo capas de silencio y olvido. Sabía que no podía seguir evitando el pasado, que tarde o temprano tendría que enfrentarse a las sombras del olvido que la acechaban.

Con el corazón cargado de emociones encontradas, decidió buscar ayuda una vez más. Sabía que no podía enfrentar sola el peso de su dolor y confusión, por lo que se encaminó hacia el consultorio de Amara, buscando respuestas en el espacio seguro que ella ofrecía.

—¡Hola, Samsa! Qué agradable sorpresa volverte a ver. 

Samsa se encontró con la cálida sonrisa de Amara, que la recibió con los brazos abiertos y el corazón dispuesto a escuchar. A pesar de la bienvenida reconfortante, el nudo en la garganta de Samsa se hizo más apretado, recordándole la tarea difícil que tenía por delante.

—Volví a tener pesadillas —dijo Samsa, con la mirada perdida en el horizonte.

—¿Qué ha desencadenado estas pesadillas? —preguntó Amara con delicadeza, esperando ayudarla a desentrañar los secretos ocultos en su mente.

Samsa vaciló por un momento, luchando por encontrar las palabras adecuadas para expresar sus pensamientos más profundos, mientras Amara la miraba con dulzura, esperándola con la misma paciencia que le tenía a su hija menor. Finalmente, respiró hondo y comenzó a hablar, dejando que las palabras fluyeran libremente de su corazón herido.

—Han vuelto los recuerdos, los mismos que intenté enterrar hace tanto tiempo —confesó—. Recuerdo la alegría, las risas y las lágrimas, los secretos compartidos y las promesas rotas. Recuerdo cómo confié en alguien que consideraba mi mejor amiga, solo para ser traicionada.

Las palabras de Samsa resonaron en el espacio íntimo de la consulta, llenando el aire con la pesadez de su dolor compartido. Amara escuchaba con atención, su corazón latía al unísono con el de su paciente, compartiendo el peso de sus palabras. No podía negar que cada consulta la afectaba más o menos profundo, pero siempre lo hacía. Sabía que esta era una parte crucial del proceso de sanación, permitir que los recuerdos dolorosos salieran a la superficie para ser examinados y procesados adecuadamente. 

—Siento que estoy atrapada en un laberinto de dolor y confusión —continuó Samsa, con la voz temblorosa por la emoción—. No sé cómo salir, cómo evitar las sombras del pasado. Cada paso que doy parece llevarme más adentro de este laberinto oscuro, donde los recuerdos dolorosos y las preguntas sin respuesta me acechan en cada esquina. He intentado olvidar, he intentado seguir adelante, pero el pasado sigue persiguiéndome, como si estuviera atrapada en un ciclo interminable de dolor y sufrimiento. 

Amara escuchaba con una presión tan grande en el corazón que por un momento la hizo dudar de su salud, sentía el dolor de Samsa como si fuera propio. Con una voz suave y maternal, Amara extendió una mano hacía Samsa, transmitiendo calidez y consuelo.

— Entiendo lo dificil que puede ser sentirse perdida en medio del dolor. El perdón es un proceso, Samsa. Tomará tiempo sanar y aprender a confiar nuevamente después de haber sido traicionada. Pero recuerda, el perdón no significa olvidar o justificar lo que te han hecho, sino liberarte del peso del dolor y la ira. Juntas encontraremos la luz al final de este túnel oscuro. No estás sola en esto. Estoy aquí para guiarte y apoyarte en cada paso del camino, con el tiempo y paciencia que necesites. 

Samsa asintió lentamente, sintiendo un destello de esperanza en su corazón.  Con los ojos llenos de lágrimas, respiró profundamente antes de continuar.

—No puedo evitar sentirme como si hubiera perdido una parte de mi misma — dijo Samsa con voz entrecortada–. No solo era mi amiga, era mi roca, mi refugio en medio de la tormenta. Pero ahora, después de lo que pasó, me siento como si estuviera en ruinas. Me pregunto si alguna vez podré volver a confiar en alguien de la misma manera. 

Amara acogía cada palabra de Samsa con comprensión y ternura. 

—Samsa, quiero que sepas que eres más fuerte de lo que crees — respondió Amara, sosteniendo la mano de Samsa –. Permítete sentir tus emociones sin juzgarte y reconoce que eres digna de amor y comprensión. Puede que no lo veas ahora, pero este proceso te ayudara a redescubrir tu propia fortaleza interior. Juntas encontraremos la manera de reconstruir tu confianza y restaurar tu esperanza en el amor. Confía en mí, hay luz al final del túnel, incluso en los momentos más oscuros.

Esas últimas palabras trajeron recuerdos en Amara que, aunque creía superados, no dejaban de conmocionarla, sin embargo, tenía la completa certeza de que había encontrado la luz en medio de esa oscuridad y así como seguía iluminando su camino, ayudaría a los demás a hacer lo mismo. 

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