A veces el alma se siente sola, y el cuerpo también, pero viene un susurro de arriba y me dice, no temas sigo aquí. En horas de desconsuelo me abraza una esperanza y lo que era una utopía entonces fácil se alcanza. A veces la soledad es buena compañera, pues te ayuda a sanar lo que la compañía te altera. A veces  ganas de escribir me sobran y se desbordan en el teclado los toques de inspiración, a veces como una canción en la mente de un autor, en ocasiones como un lector que solo es fan de la escritura, a veces me siento a pensar y de eso plasmo una conjetura. ?Que es la vida?, a veces me pregunto, a veces estuvo la repuesta en algún presunto, hoy es mi propósito lo que le da sentido a la vida, hoy he entendido que gozo de una gracia inmerecida. Quizás en mi partida, poco se diga de mi, pero estoy claro que aquí hay mas tiempo que vida, entonces me dedico a cumplir con mi propósito, así como un depósito recibo gracia inmerecida, y entonces en mi partida quizás a veces se dirán , he aquí hubo un siervo que actuó sin mucho afán, pero trabajo por el deber y una meta que alcanzar. A veces me interesa que hay en la mente ajena, pero se borra la preocupación cuando veo en esto una condena, no es en la mente de un  mortal lo que debe juzgar , es en el juicio de un eterno padre celestial. A veces me pregunto que entorpece la fe y hallo la respuesta en una mirada grotesca, una mirada no tenue, sino fuerte y odiosa, una mirada celosa y cargada de amargura, una mirada de locura y desdén terrenal, una mirada con juicio y ausencia celestial. A veces no hace falta ruido ni címbalo resonante, a veces con solo el silencio El cura el alma agonizante. No a veces, sino siempre, siempre voy a la fe, de aquel, El Roi, el que me ve, aquel que es Yahvé y el Dios de Israel, porque solo en El los a veces toman sentido en lo fiel,  prejuicios, temor, nada de eso ya aflije pues como antes ya dije su gracia me llena de amor. A veces vuelvo y flaqueo en sentirme en soledad pero entonces en su piedad alcanzo esa paz, me abraza en sus promesas y me invita a cenar en su mesa.

A veces solo hace falta tener  valor y voluntad, pero siempre habrá, que tener una fe inquebrantable, tener esperanza en lo afable de una inmensa bondad, cree y veras que tu vida cambiará y como arrebol iluminaras lo rojo de su amor, un amor inmerecido que con gracia es recibido para pensar en que a veces no siempre fui agradecido. Recibirle no hace daño y mucho menos leerle, a veces si hace daño decidir a no creerle. Solo fíjate y verás que tu alma es sempiterna y veces en voz interna nos habla de su plan, ya basta de tanto afán y abre los ojos del alma, porque solo Dios da calma y me sustenta con creces y en tranquilidad me hace confiar en dudosos a veces.

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