Nataly Herrera S.

La luz de mi ventana luce distinto por esta época, pálido y opaco. Por fuera se nota que esta nublado y lluvioso, ya no se siente el brillo del verano o del otoño. Hay una fragancia que me recuerda a su brillo, al color de sus labios, al perfume de su cabello, ese océano de recuerdo que me va dejando huella en cada latido de mi corazón. En una tarde una luz se posaba en mi ventana, tenía un brillo que me recordaba aquella mañana, donde la vi por primera vez a esa linda dama, ese pequeño instante cuando sonrió con esa pequeña dulzura que me alegro. Aquel día en el cielo, un arcoíris dibujaba cada momento de distinto color, como el primer detalle de unas simples rosas amarillas, el primer beso, el agradecimiento de cada cosa vivido. Ella tenía una cálida sonrisa y un brillo de gran intensidad, admirada lo que decía, odiaba lo hacía y amaba lo que me sonreía. Hogar llamaba a sus ojos, porque cuando la veía me sentía en casa, amado y querido, la almohada que siempre abrazaba en cada noche. Muchos errores cometí a su lado, pero me hiso ser mejor persona en este mundo tan malo, y agradezco por todo eso el día de hoy. El tiempo no fue nuestro enemigo, la distancia fue la destrucción del amor que vivíamos y aunque queda mucho por escribir, nunca me alcanzara las palabras para que sepa que estoy agradecido de haber sido parte de su maravillosa vida, yo no sé si algún día leerá todo esto, pero si lo hace, solo quiero que sepas Nataly, que siempre habrá un pedazo de ti en mí y estoy muy agradecido por eso, sea quien te conviertas en cualquier lugar en que estés en el mundo, te envió amor y muchas ganas de seguir adelante, perdóname por los errores que cometí y por haberme rendido del lindo amor que tú me brindaste.