Hace tiempo que no iba al bosque, no es que este demasiado lejos, es solo que muchas preocupaciones, me alejaban de él.

Hoy fui al bosque, el día no era ni frío, ni cálido, la temperatura era sobre cero, unos 14 grados Celsius.

No había sol estaba nublado. Había gente en el bosque muy poca, pero gente al fin, no es usual ver a personas en el bosque.

Cuando caminaba por los senderos pude ver las hojas secas en el piso como un colchón de plumas infinitas de hojarascas crujientes, las observé vi distintas gamas de colores marrones ocres diferentes tonalidades destellos de luz aquí y allá, pude escuchar el ruido al pisarlas, como como cuando se pisa una infinitas cascaras de maní, pude sentir ese olor como húmedo y a tierra y los olores del otoño. Al alzar la vista vi los arboles como en un sueño majestuosos pude sentir su vida.

No había viento, solo calma, Me di cuenta en ese momento que algo en mi buscaba conexión, me sentí transportado a esa conexión con algo mucho más allá de lo que se entiende por conexión, sentí que el bosque era energía y que yo era parte de esa energía, había algo más que no alcanzo a comprender.

Ahí pude darme cuenta de mi finitud y también de mi infinitud, el bosque estaría cuando mi cuerpo físico no estuviera aquí pensé eso, sentí que él me hablaba, bueno hablar es una manera de decir pues reinaba el silencio que invita al silencio, sentí extrañeza y familiaridad y una profunda necesidad de encontrarme a mí mismo recorrió todo mi ser.

Ahora de noche, ya en mi casa aún conservo el recuerdo de esa extraña sensacion de ser y no ser.

Zentido Focusing Diego

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