Desvanezco en la sombra del amor inefable, aquél que sin mentir vive, luminiscente en la oscuridad, rimbombante alborada; ¡Hay el amor! bonito sentimiento, dichoso el mortal que ama por serendipia, pues exhibe cual propósito no fue el final, como aquél individuo en el desierto que en busca de  oro encuentra agua; ¡Hay el amor!, que por serendipia llegue a mi morada y con su advenimiento el amor melifluo  no se vaya; que en el ocaso me acompañe y en el alba me encuentre.

                                              Que  llegué el amor con armadura inmarcesible.                                              Que el amor llegué y que hoy me abrigue…

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