Que si te pienso, preguntas
que si te pienso, pregunto
No hay noche en la que olvide una mirada
No hay mañana en que no escuche tus palabras
No hay ojos que luchen contra las lágrimas
No hay olfato que tu aroma no altere
No hay manos que un roce no anhelen
No hay boca que un verso no termine
No hay oídos que tu voz no escuchen
No hay sonrisa que tu indiferencia no borre
No hay calor que tu frialdad no evapore
No hay sueño que tu silencio no perturbe
No hay cigarros que tu llovizna no ahoguen
No hay amor que tu distancia soporte
No hay vida que tu ausencia no mate
Y, mira, qué paradójica es la misma
Me desangré en una disputa conmigo misma
Buscando brindarte una fortuna que no merecías
Que malgastaste en una noche de dulzonas mentiras
Que quemaste sin tan siquiera arrojar las cenizas
Que si te pienso
Más de lo que debería, menos de lo que te admitiría
Pero así es tu juego, amor de mi vida
Al fin y al cabo, las reglas nunca fueron mías
Márchate, cariño, pero por favor, no hagas tanto ruido
Ya no me quiero despertar
Enciérrame en la pieza, y por favor, no me compadezcas
Pierde la llave, derrítela, quémala
Prende un cigarrillo, abre ese vino, sirve dos copas
Que te acompañaré en el sillón de la gloria, cuando en otra vida te vea
Una en la que, por divino favor, sí me quieras
Y podamos zambullirnos en tu mar, y amarnos en mi arena.
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