Breve tratado sobre el fósforo.

Un fósforo es un pequeño objeto

de madera.

Su extremo está cubierto

con una mezcla de antimonio y potasio.

La fricción permite

la génesis inmediata

del fuego.

Su longitud es

de cuatro centímetros y medio.

En una caja de cartón caben

exactamente

doscientos veintidós fósforos.

El fósforo se toma

con el pulgar y el índice,

consciente del poder que eso implica.

Para encenderlo se requiere 

de precisión y delicadeza. 

El movimiento 

debe ser firme y decidido

(el fuego no surge ante dudas ni temblores).

Nadie es el mismo

con un fósforo encendido

entre los dedos.

La llama mide

escasos dos centímetros.

Usted tiene un minuto

para sentirse omnipotente o piadoso.

Con un fósforo

se enciende una vela,

y si el dolor es grande,

tal vez, un cirio.

Se puede incendiar

un bosque, una casa, un pueblo entero

y contemplar la pira

desde el abismo.

Un fósforo encendido

contiene, latente

la chispa del milagro.

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