Retazos del tiempo.

El tiempo pasa y me quedo atrapada en pedazos de recuerdos que alguna vez fueron momentos inmortales.

Tu sonrisa causa un derrumbe y las cumbres que alguna vez fueron mis ojos brillando al verte, se hacen más profundas.

Mi cuerpo y mente cambian, envejecen. Pero mi corazón sigue con la inocencia con la que me conociste.

Dijiste entre risas; «cuando te vi en esa máquina, y con mi dedo pulgar medía tu pie supe que eras pequeña pero el cambio en mi vida iba a ser enorme.»

Desde ese momento hasta hoy estamos juntas. Y cada vez se hace más difícil mirarnos con ternura. Ser consciente fue mi peor tortura y mi mayor suerte.

A veces deseo volver a cuando las palabras hirientes no las entendía y los golpes se resolvían con una chocolatada caliente.

Ahora todo se ve distante y tú presencia es sombría, la casa nos mira con desprecio y los animales parecen entender.

El día que él se fue, decidiste odiarme y yo decidí no aceptar tu odio.

Eso nos convirtió en enemigas que siempre se van apiadar de la otra cuando estén a una puñalada de matarse.

Ese último momento de amor que tuvimos cuando nos abrazamos porque el nos despedía para siempre, fue el mismo abismo que ahora pone distancia.

Me encantaría llorar en tus brazos y sanarme un rato pero me da más miedo tu rechazo que el sentirme sola.

Tus palabras de burla se vuelven gigantes y me destruyen cuando estoy débil,

Pero al borde del colapso recuerdo los instantes eterno de felicidad que aún rondan perdidos en mi mente destruida.

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