Todas las noches en que llego y abro la puerta, me saludan a lo lejos y a lo cerca las conversaciones ininteligibles, la música, las ollas en la cocina… Cierro y procedo a subir por las escaleras, me tomo mi tiempo, no hay afán, a ese lo dejé afuera. Llego al siguiente piso y al siguiente, en cada uno encuentro vestigios de luz bajo algunas puertas, puedo sentir cada una de las vidas que habita detrás de ellas… sonrío… me da paz. Entonces imagino las historias, los dramas, las decepciones y me intereso, llego al fin a mi piso y las dos plantas del pasillo, radiantes, me dan la bienvenida. Las llaves que traía en la mano desde que entré al edificio avisan a las vidas más cercanas que llegué. Abro, enciendo la luz, cierro y mi intimidad me abraza.
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