LOS MERCACHIFLES ONLINE

De repente cuando estás echándole una mirada a tus Redes Sociales, para saber que están haciendo tus parientes o tus amigos reales y virtuales, por ahí aparecen unas ofertas en línea de algunos productos que no sabes exactamente por qué lo quieres tener, pero supones que te pueden ser útiles. Y de repente se aparece “el gusanito” ese de quererlo tener y porque además su precio lo puedes pagar, y como eso es así, hasta te olvidas que todas esas vainas no son lo que con tanta bonita publicidad te están ofreciendo.

Entonces cuando por curiosidad aprietas la pestaña que aparece en la parte inferior del aviso te sorprendes con que automáticamente con esa acción les estás dando el número de tu celular a los autores de la propaganda e inmediatamente empiezan a enviarte apremiantes mensajes de texto o de voz o directamente te llama un hombre o una mujer que, según ellos, tienen una voz súper persuasiva y comercial, por supuesto sin percatarse que su acento y su angurrienta cháchara tiene un tufo a «barrunto», y entre otros “floros” te dicen que son parte de una importante y prestigiosa empresa importadora, pidiéndote que en el acto les des tu nombre completo, el número de tu celular y tu dirección.

Luego te dicen que tienes suerte, porque atienden a nivel nacional y para Abancay están atendiendo a través de dos o tres empresas de encomiendas sin dejar de enviarte sus direcciones con imágenes de Google Maps y después te preguntan que cuántas unidades quieres comprar, toda vez que por una unidad es 80 soles, por dos tendrías la oferta de 140 y por tres el ofertón de 120 soles, asegurándote que: «Por política de la empresa estamos prolongando el Black Friday».

Luego te pones a chatear indagando por las demás características del producto que puede ser una herramienta o un artefacto para cocinar, planchar, coser o simplemente una novedad, y si es metálico o de plástico y otros detalles que según tú debería tener, y que si tiene garantía. Inquietudes a las que te responden con muchísima paciencia y con más “floro” todavía, casi lo mismo como hacen las arañas para que la mosca caiga en su red, y culminan asegurándote que lo que vas a comprar es «lo más más» del mercado internacional.

Cuando acaba esta etapa, les preguntas.

-¿Cómo es el negocio? -A lo que inmediatamente te responden.

-Mire señor, usted nos envía un adelanto de 20 o 30 soles para asegurar el envío de su producto y una vez recibida su transferencia, inmediatamente preparamos su pedido y lo depositamos en la empresa de su preferencia y usted en uno o dos días se apersona a esa empresa en Abancay, nos paga el saldo y le damos la clave para que retire el producto. ¿OK? -Te explica con un tono muy didáctico y despacito, como si fueras un tarado.

Enseguida, en menos de un pestañeo te envían una imagen con la dirección de hasta seis empresas financieras, sin faltar YAPE y PLIN, aunque luego te explican que para ellos estas dos últimas referencias son el mejor medio de pago.

Entonces es cuando les dices. «Yo no puedo adelantarles nada, hasta tanto no tenga la certeza de que el producto está físicamente y a mi nombre en los almacenes de esa empresa de envíos. Es entonces cuando puedo pagarles. ¿Puede ser por PLIN?”. Luego ya sin pedir el adelanto y en apenas media hora te envían una imagen en primer plano de tu pedido donde aparece tu nombre completo, el número de tu DNI y el de tu celular.

Si todo está en orden, pagas el total de su precio, te dan la clave y retiras tu encargo. Lo triste es que cuando llegas a tu casa y abres el paquete, es en ese momento que te topas con la sorpresa de que el producto que compraste no se parece casi en nada al que apareció en el vídeo y la imagen de la publicidad con el que te ofrecieron, pues es más pequeño, más ordinario y hasta feo y cuando lo echas a andar o lo usas no tiene la performance de la que hacía gala en su muy bien lograda propaganda y es ahí cuando te das cuenta que muy poco de lo que te imaginabas podrás lograr con ese cachivache y una vez más te convences de que “lo barato cuesta caro” y es entonces cuando se te acaba la ilusión de ser un sofisticado comprador online.

Y acabas maldiciéndote. «!Qué huevón eres! ¡Si sabías que esta sonsera era de la China! ¿Por qué carajo has pensado que la vaina podía ser diferente?», y lo has hecho a pesar de que sabías que: “Las dos frases más famosas del mundo son ‘I LOVE YOU’ Y ‘MADE UN CHINA’ y que ninguna de las dos te ofrece garantía”. Después de un tiempo cuando ya se te pasó esa amarga sorpresa lo único que te queda es resignarte diciéndote. «!Ya te han hecho el cuento chino! Así que sereno moreno. Total, el dinero va y viene, pero la salud y el buen humor, no. ¿O qué creías?, que era una herramienta alemana qué puede durar por varias generaciones hasta acabar descansando por toda la eternidad en un museo».

Otra cosa que suele suceder en estos “pases online” es que una vez que los timadores reciben los 20 o 30 soles de adelanto que les confían, se comen un ceviche con su chela helada y después se van a buscar a otros “puntos” que abundan por todo el país. Y eso no es todo, sino que existen incautos que les han pagado el íntegro del precio del producto que nunca van a recibir. Mientras tanto a los timados sólo les queda pedir a los Apus, que algún sicario de los cientos que pululan por todo lado los “tramiten” al infierno. Por supuesto sin dejar de atormentarse con esa su “metida de pata”, porque la gente honesta se gana sus centavos con muchísimo trabajo.

Un día un paisano me confió que como vio que los binoculares que estaba adquiriendo a una “prestigiosa empresa online” no cumplía con todas las características que le señalaron en su propaganda, porque lo vio en manos del amigo que se lo había recomendado; entonces a pesar de que lo llamaron como diez veces, prefirió no ir al lugar donde le avisaron que llegó, para pagar y retirar ese adefesio, porque no valía la pena.

Entonces una mañana en su celular recibió un mensaje de parte del “Tren de Aragua” avisándole que si no pagaba online el producto que estaba en la empresa de envíos al día siguiente en cualquier lugar o momento lo matarían a él o a cualquiera de los miembros de su familia. “¡Estas reglado!”, le advertía.

Como el coterráneo al igual que todos los apurimeños es más terco que una mula se fue a denunciar semejante amenaza a la policía, la defensoría del Pueblo, la Oficina de Derechos Humanos, el Serenazgo, la Fiscalía y la Prefectura, a fin de pedir garantías para su vida, su cuerpo y su salud, así como de todos los miembros de su familia que, eran como veinte, contra el Gerente de la empresa que envió ese armatoste, y que en las comunicaciones electrónicas que enviaba a los clientes de su negocio se hacía llamar Maikel Sturtzenegger Giordano, pero cuando había que “yapearlo” o “plinearlo” daba otro celular a nombre de Jacinto Mallmanya Tecserupay; pues bien, éste sujeto lo llamó para decirle que él no haría jamás semejante amenaza, porque era un en empresario honorable y no un delincuente y que con su staff de abogados lo enjuiciaría por dañar la razón social y el prestigio de una empresa ejemplar que trabajaba por el bien del país moviendo productos del mercado internacional y cincuenta etcéteras más como eso de “yo pago mis impuestos”.

Entonces cuando el paisano le refutó diciéndole que cuál de los dos lo iba a demandar “el gringo Sturzenegger o el indio Mallmanya”. Ahí quedó todo.

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