El Señor Soler

Todos los martes a las diez de la mañana a las puertas se asomaban
para ver pasar al tan distinguido y apuesto señor Soler.
Rumbo al club, juego de mesa un poco de coñac y algo de comer.

Qué clase! Qué estilo! Qué erguido!
El comentario de las doñas que en su tiempo
soñaron agarrar ese buen partido.

Otra de alcurnia tomo las nupcias.
Tuvieron tres hijos, se doblo el apellido.
En privilegio crecieron, gran formación recibieron.
Dos empresarios, una abogada.
La señora… madre perfecta, esposa abnegada.

Entre polo, golf, yate, y los mejores restaurantes,
viajes sin mesura y de placer extravagantes.
Que familia! Envidia de trepadores sociales añorantes.

Pero un martes a las diez de la mañana
el murmullo era distinto. 
La tragedia desenvolvió asombro, lamento y penas…
El señor Soler se corto las venas!