‘Destinos inspirados’

Como  imparables  canciones, nacen algunos poemas, con la palidez,

con que brotan los esquejes olvidados, cortados en una tarde que murió, desangrada de su gris.

Con mis nombres estrujados y el tuyo, en el borde confortable de  un encabritado corcel,

nos arrancaron con vehemencia y los mezclaron, también,

como si no quisiéramos vivir escuchándonos y mirándonos, como al principio, uestras bocas,

cuando estábamos juntos, inocentes y maltrechos,

reconociéndonos, sin cansarnos de latidos parecidos,

de rozar las sangres, en sus propios fondos, tuyos y míos.

El bosque ardió, la tierra quedaba pura en esos fuegos.

Los recuerdos que pesaban, salieron de allí,

con ablaciones malditas, antiguas, lacerantes,

con el valor que da el no tener que esconderse,

porque todo el mundo nos vio tan juntos,

que jamás pensaron que éramos dos.

Todas las cosas que me rodean y que me llaman la atención,

comienzan a ser solitarias.

Aquellas tarde aburridas regresaron. Las flores se  secaban en mis manos.
cuando  dije volveré y las palabras te amo.

Una misma boca, la única, me advierte que mi destino y la inspiración,

plagian nuestros abrazos, los olvidados y los recordados, una y otra vez,

cómo dos poetas que se encaprichan,

y no pueden existir sin los versos del otro.

No temas es verdad, te dije y seguí escribiendo verso.

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