La flor efímera

La flor efímera

joel lozada

04/12/2023

En la tierra de Cornucopia existen tres paladines: Rata, Telaraña y Cerebro. Cerebro es una chica, también conocida como Princess, práctica y que se conduce de acuerdo con su visión matemática y precisa de las circunstancias. No gusta de las bromas, aunque afirma que tiene un agudo sentido del humor. Constantemente riñe con Rata, el más juguetón de los tres paladines. En opinión de Telaraña, el enlace entre estos dos, es cuestión de tiempo, pues Telaraña afirma que la perseverancia, es la cualidad que estimula la marcha del Universo.

De la serie La princesa y la rata.  Bajo el seudónimo de Rata Sucia

La flor efímera

Extracto de « Fairypedia. Enciclopedia breve de los cuentos de hadas» Editorial Mundo Ideal, julio de 1668.

“La efímera es una flor de color amarillo pálido cuyas hojas están perfiladas por un borde dorado. Esta flor no ha podido ser cultivada. Crece de manera silvestre únicamente en las laderas del cerro de Las Brisas.

Características generales

La efímera es una flor pentámera de un palmo de tamaño. Su forma es similar a las hojas de una higuera aunque las separaciones de sus puntas son más profundas y pronunciadas. La resistencia de la efímera en los climas más extremos es bien conocida aunque se marchita en pocos segundos cuando se arranca de su tallo, característica que le confiere su nombre.

Leyenda

Las leyendas populares afirman que esta flor se conservará tan fresca y radiante siempre que sea cortada por un motivo puro. Se sabe de un sólo caso documentado en el que la flor no sufrió deterioro alguno. El suceso en cuestión comienza donde también empieza el mito y ha llegado hasta nuestros días gracias a un canto de arrullo infantil atribuido al bardo Uriel de la Vera:

Florcita amarilla,
tiendes tus pistilos
para soñar conmigo,
en tu inocente abrazo
he vuelto a ser un bebé.”

*****

La vida era maravillosa. El trinar de las aves cada mañana daba la bienvenida al sol. Los bucólicos paisajes matutinos eran entibiados por una gama de rayos que iban desde el tierno amarillo hasta el blanco intenso. Todo era perfecto y sin embargo, su corazón sentía nostalgia. Se acercaba la Navidad y con ella ese ambiente festivo que se encontraba muy lejos de su habitual carácter reservado. Era tiempo de alegría, de festejar reencuentros, de reunirse y recordar viejas historias, tiempo de excitación por los preparativos, por el decorado de las casas. Un tiempo que no terminaba de comprender pero que le emocionaba tanto como a ella.

Después de decorar la puerta y las ventanas cenaron y enseguida salieron para sentarse en el porche de la casa. El cielo comenzaba a encender sus luces.

-Hermosas, ¿no te parece?- comentó Princess.
-Muy bellas. Respondió Rata, quien hasta hacía unos meses, nunca elevaba la mirada al cielo.
-¿Sabías que las estrellas son creadas por los poetas y los enamorados? ¡Es cierto! -continuó sin esperar respuesta – los que se atreven a llegar hasta el cielo, lo pinchan con un alfiler que deja pasar la luz divina.
-Eso es muy hermoso.
-Sí. Por cierto, ¿qué te gustaría como regalo de Navidad? Me encantaría obsequiarte un libro, o quizás un diario o una caja de madera para que duermas y te deshagas del viejo estuche de la caja de música.
Pero Rata ya no escuchaba, ahora pensaba en lo que él mismo le quisiera regalar a ella. Pero existía un problema: ¡No había un listón tan grande como para atarlo alrededor del mundo!

Esa noche, Rata soñó con escaleras larguísimas, cuyos travesaños más altos se perdían en las alturas rodeados de nubes. Él subía por una de ellas y perforaba el terciopelo azul oscuro. Entonces nacía una estrella y entonces también podía ver la gloria divina.

*****

-Claro que sería precioso recibir una estrella como regalo, aunque yo preferiría algo más sencillo pero que al recibirlo, supiera que me ha sido obsequiado con todo cariño. A ustedes los hombres hay que recordarles muchas veces que las mujeres deseamos más que diamantes y más que un príncipe azul. Ese “más” no siempre se remite a la belleza o al precio.

Esto le decía Princess a Rata, mientras terminaba de adornar el árbol de Navidad que desde esa tarde perfumaría toda la casa con su olor a resina. Se había acostumbrado a tratar a su rata como a cualquier hombre. En realidad ella siempre le llamaba “mi caballerito”.

-¡Ahora la punta!

Rata le alcanzó una cajita que contenía un ángel de iridiscente cristal soplado.

-Esta punta lleva años adornando nuestro árbol, ¡ya ni siquiera sé cuántos han sido!- Comentó Princess, mientras bajaba ágilmente del banquillo sobre el que se había trepado.

-¡Es tan precioso como la decoradora!- Elogió Rata.

-¡Eres mi zalamero preferido!- Respondió Princess, rechazando suavemente con un leve movimiento de su mano.

Rata se quedó mirando fijamente la punta del árbol, mientras rascaba, pensativo, su cabeza.

Esa noche volvió a soñar escaleras largas que apuntaban al cielo.

«-Es tiempo de ir a casa. Dijo el angelito de la punta, separando sus manos que permanecían juntas a manera de rezo.

-¿Porqué debes marcharte? ¿No te gusta esta casa? preguntó Rata.

-Mucho, pero debo continuar. Todos debemos hacerlo, aún nosotros los ángeles.

-¿Pero, quien los cuidará cuando te hayas marchado?

El ángel separo más sus manos cristalinas. Poco a poco surgió la figura de una efímera.

-Aquí está la respuesta; este es el camino.»

*****

Era un sueño extraño sin duda. Decía Princess después de que Rata se lo relatara.

-Pero eso de ir por una efímera en víspera de Navidad… ¡De acuerdo, no soporto que me mires con esos ojos!

El camino hacia las colinas de Las brisas resultó bastante divertido y mucho más breve de lo que ambos se habían imaginado. Al llegar a la colina más alta, cuya altura no sobrepasa los doce metros, Rata gritó:

-¡Ahí está! ¡Esa es!

Princess pensaba en voz alta. Luego de un breve cálculo, señalando dijo:

-Debemos rodear la colina y tomarla desde arriba, ya que está en aquella saliente.

Pero Rata se había adelantado. Ya escalaba la pared rocosa, antes de que Princess terminara la frase. Mosdisqueó un poco el tallo y desprendió la flor. Luego de eso, quitó las espinas y bajó velozmente por la pendiente a un costado de la colina. Le entregó la flor a la joven.

El trayecto de regreso fue aún más alegre que la ida. Rata insistió en que Princess usara la flor en el pelo.

Cuando llegaron a la casa. Princess sacó una enorme caja de cartón con artículos de papelería y viejos trabajos escolares.

-Ahora sí. ¡Termine su obra caballerito! Haga un cono de cartoncillo para poner la nueva punta.

Rata tomó unas tijeras y comenzó a trabajar.

Princess ya terminaba de quitar el ángel de cristal cuando escuchó que Rata se acercaba.

-Dame esa magnífica punta.

Rata le entregó una estrella dibujada en un trozo de cartoncillo, en cuyo interior se leía “TE AMO”.

Al examinarla Princess exclamó:

-¡No puedo creerlo! ¡Esta estrella me la regaló mi papá cuando iba en primer grado! ¿De dónde la has sacado?

-La caja de cartón, ¿recuerdas?

-Esa caja la he vaciado miles de veces y nunca había visto mi estrellita -respondió Princess pensativa- no cabe duda de que en esta Navidad han pasado cosas muy extrañas. Sin discutir más, puso la nueva punta del árbol y en verdad lucía magnífica.

Después de todo eso llegó el momento de la cena navideña, los abrazos y los brindis; las ocurrencias y comentarios graciosos.

Luego el tan esperado intercambio de regalos. Rata recibió una estupenda bufanda multicolor, Princess un collar de piedras de río que a fuerza de mordiscos Rata había pulido hasta hacerlo parecer de perlas, la madre de ella recibió (según su propio decir) una magnífica imitación de una flor efímera.

Princess y Rata se miraron un segundo y soltaron una enorme carcajada.

-¿De qué se ríen? Todo mundo sabe que las efímeras se secan si las arrancas del tallo, esta no puede ser de ningún modo una efímera. Protestó la madre de Princess.

Hubo más risas.

Desde entonces la madre de Princess recibe en cada Navidad una efímera y no deja de preguntar a Rata dónde consigue esas geniales copias. Princess se sorprende con los obsequios que le hace Rata y yo desde la ventana, me detengo unos segundos a mirar toda la escena. Después batiendo mis alas de cristal, regreso para tomar mi lugar en el cielo.

Etiquetas: fantasía

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