Capítulo Uno
Era una mañana como cualquier otra, un rayo de luz se asomo por mi ventana y me dio directo en el ojo logrando despertarme, dándome cuenta que ya era hora de levantar a la señorita. Me pare aún algo dormida mientras dirigia mis pasos a un pequeño tocador que poseía, con verme en el espejo ya era suficiente para reconocer que había pasado una mala noche. Tomé un cepillo y comenze a desenredar mi cabello, no se si fue el que aún me encontraba algo dormida o que soy algo torpe, tal vez fueron ambos, lo que halla sido basto para que me tropezara con una caja que se encontraba en el suelo provocando que me cayera hacía atrás aún con cepillo en mano y golpeara mi trasero contra el aspero y mojado suelo.
Maldije por lo bajo mientras me lo sobaba, levantandome toda mojada producto del charco de agua que se encontraba en el suelo y que había sido provocado por la tormenta de la noche anterior. Rápidamente me quite mi polisón aún mojado, tome mi vestido y me lo puse, sin pensarlo dos veces, pues ya se hacía tarde para mis deberes, agarre el polisón lo hice bollo y baje a colgarlo para que se secara.
Llegue al patio apresurada y colgué mi vestimenta implorando no encontrarme con alguien indeseable, y como si la vida me odiara tropeze con Adam, un sirviente que no hacía mas que seguirme y insistir en que me casara con él sin importarle cuantas veces me negara y lo rechazara. Él me miraba con su clásica sonrisa pícara la cual utilizaba con toda mujer con la que se encontrara, queriendo romper con su mirada inicie la conversación.
-Am hola- pronuncié, en un intento de que no mirara mi vestimenta interior que se encontraba detrás de mi.
-Hola bonita, marie, que casualidad encontrarte aquí a fuera tan temprano-
-Si, bueno..- piensa una excusa, mierda no tengo nada, oh ya se venía a corroborar que los caballos se encuentren bien, ayer escuche un ruido y con la tormenta que hubo pense que había sucedido algo-. ¿Se lo habrá creído?
-Adoro que te preocupes por otros pero eso es trabajo de alguien más, .-si se lo creyo-. además no me agrada que andes sola por la caballeriza, ese señor Sumón/Salmón cómo se llame te observa mucho-
-Su nombre ea Simón y sabes que es como un padre para mí, si lo hace es porque quiere asegurarse que me encuentro bien y lejos de ti-
Adam iba a protestar cuando lo interrumpí sin dejarlo terminar.
-Ya debo irme, se esta haciendo algo tarde y la señorita debe despertar-. -adiós-. Salude de prisa y antes de poder escuchar una respuesta de su parte corrí adentro a buscar a Violet la ama de llaves, para que me pusiera al corriente con lo que haría la señorita el día de hoy.
La encontre justo saliendo del cuarto de Lady Celestina la madre de la señorita y esposa del vizconde a quien pocas veces veíamos pues siempre estaba de negocios.
-Oh marie, me asustaste-.creo que debi hacer un ruido para que supiera que estaba allí.-
-Lo siento creí que notaste que estaba aquí-
-Llegas tarde, la señorita y la viscondesa saldrán a la modista por unos vestidos para la gala de inicio de hoy, tú iras a comprar algunas cosas que necesito, así que procura que la señorita se encuentre despierta y arreglada, y que luego baje a desayunar con su madre quien ya esta lista- eso era casi imposible la señorita Alice era muy dormilona y detestaba que la despierten,- creo que mi rostro reflejo lo que pensaba pues sin decir nada Violet ya me miraba con cara de reproche como si supiera lo que estaba pensando-,
-Se lo que piensas, si te apresuras vas a llegar, así que ve, ahora-
Tome algo de aire y toque suavemente la puerta para luego entrar al aposento de la señorita quien se encontraba bajo un montón de acolchados, así que me dirigí hacía las cortinas y las abrí, dejando al sol entrar por la ventana.
-Señorita Alice-. silencio.-señorita Alice-
-mmm-.bueno al menos se que no esta muerta.-
-Ya es hora de despertar señorita, tiene una mañana muy ocupada-
-No quiero Marie, y sabes que detesto que me digas señorita-. Es increíble que la halla entendido aún teniendo la cara contra la almohada.-
-En primer lugar sabes que debo llamarte así y en segundo su madre la espera abajo y nos va a ir muy mal a ambas si no baja de inmediato-
-Dile que estoy enferma, inventa algo, quiero seguir durmiendo-
– No le voy a mentir a la viscondesa, además van a ir a la modista y se lo mucho que le gusta ir o si quiere le miento y le digo que no te encuentras bien-
-¡A la modista!, porque no lo dijiste antes, ya estoy despierta-. Sabía qué eso funcionaría.-
-¿Qué vestido se pondrá?- pregunte mientras sacaba tres vestidos del armario
-Te digo que no me hables de usted, y quiero el azul con tull blanco-
-Esta bien Alice, aquí esta- la ayude a arreglarse y ambas bajamos. Ella se dirigió a desayunar y yo a las cocinas.
-Buenos días- salude a Marge la cocinera
-Buenos días, aquí tienes tu desayuno querida-
-Gracias- suspire agotada y procure intentar desayunar
-¿Mañana difícil?-. No tienes idea.-
-Si, mucho, entre Adam, mi torpeza y la señorita ya estoy agotada-
-¿Adam otra vez volvio a molestarte?-
-Así es, ya no se que hacer para que se aleje de mi-
-Tranquila, tarde o temprano se dara cuenta de que no lo amas-
-Eso espero-
-Marie, ya deben irse, no hagas esperar a la víscondesa- entro Violet gritando
-Ya voy-. Suspire y agradeci a Marge por la comida que seguro estaba deliciosa aunque no la halla probado.-
Tome el dinero y me dirijí al carruaje observando que ya se encontraban dentro la viscondesa y Alice.
-Buenos días Marie-
-Buenos días, viscondesa-, Me incline haciendo una reverencia y subí al carruaje,-¿Cómo se encuentra?-
-Mucho mejor, a pesar de la tormenta de anoche, casí no dormí nada-. asentí, pues no tenía muchas ganas de hablar.- Cariño, ¿es cierto que hay goteras en tus aposentos?-. Asentí nuevamente algo incómoda por la pregunta.- Hoy mismo mandaré a alguien a que lo repare-
-Le agradezco pero no es necesario viscondesa, además hay otras cosas más importantes que arreglar luego de la tormenta de anoche-
-Lo sé y lo arreglaremos todo, pero tus aposentos también, no permitiré que te mojes y pesques un resfriado-
-Muchas gracias-. Sonreí agradecida, la viscondesa siempre había sido buena conmigo, desde que tengo memoria nunca me trato mal, aún más luego del accidente de mis padres.-
-Mamá, ¿es cierto que hay un duque rondando por la ciudad?-
-Así es cariño, el duque Sebastián Lexington, su familia era muy buena amiga nuestra pero luego de que falleciera el antiguo duque Lexington, nos separamos y nuestra amistad dio por terminada, tengo entendido que el Duque paso varios años estudiando en América y que volvió para ocupas su cargo en la sociedad. De hecho es una de las razones por las cuales vamos a la modista-
-¿Cómo que una de las razones?-
-Luego te lo explico querida- Alice me miro confusa y yo incline los hombros en señal de que tampoco sabia nada respecto al tema.
Llegamos a la modista, y bajamos, tomé el dinero y me dirigí al mercado; debo se una de las pocas damas que viajan con sus señoritas, quizas esa sea la razón de que no tenía otras amigas que sean damas, pues todas solían mirarme con desprecio, por como era tratada por la familia Duppont, quienes eran de las familias mas adineradas y respetadas de Londres. Compre las cosas que Violet me había pedido, y regrese de inmediato al carruaje, donde me encontre con el cochero que me comento que la viscondesa y Alice aún seguían adentro pues estaban terminando algunos detalles del vestido, así que tardarían un rato más.
Decidi aprovechar el tiempo que me quedaba para ir a la fuente de la plaza, que eras mi lugar favorito en el mundo, aunque ahora que lo pienso no es como si halla conocido otros lugares en el mundo. Llegue a la plaza que como de costumbre estaba vacía y la fuente algo descuidada aún tenía su limitada pero interminable corriente brotando del sedimento.
Observar el lugar basto para romper en llanto, amaba esta plaza, solía venir siempre con mis padres, de hecho uno de los últimos recuerdos bonitos que tengo con ellos fue aquí.
Me sobe la nariz intentando olvidar y evitar así hacer un papelón, pues alguien podría verme llorar y esa sería suficiente razón para que inicien los rumores. Asomé mi rostro a la fuente, y quede un rato admirando mi reflejo, enserio me parecía a mi madre cuando era joven, su cabello rojizo y ondulado, y los ojos color avellana parecidos a los de mi padre se instalaban en mi tez; no se si fue la corriente de aire que sentí o el ruido que escuché lo que hizo que notara la mirada de alguien que se detenía en mi, sea lo que fuere basto para que reaccionara en defensa propia provocando que golpeara en el estomago a el extraño que se asomaba detrás de mi, así que aprovechando que se encontraba en el suelo por el dolor tomé las cosas que había comprado y salí corriendo haciendo caso omiso a la voz que me pedía que esperara perteneciente claro esta a el extraño seguía aún en el suelo.
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