Efectos del equilibrio

Efectos del equilibrio

Germayed

26/11/2023

Acepto las tendencias ideológicas de todas las gentes sin oponer resistencia a ninguna, pues cada una ha de tener su razón suficiente. Sin embargo, la pasión de la emoción opone fiera oposición cuando la identidad del Yo es deconstruida en argumentos  por las mentes avezadas de los hombres de razón; ante tal dosis de realidad, sólo resta escuchar a las partes en pugna buscando el punto de encuentro, punto difícil de mantener en una conversación pues como cada parte ha tener una cuota de verdad, es preciso callar y seguir el hilo natural de los acontecimientos sin omitir opiniones capaces de parcializar el discurso a favor de una de las secciones en diatriba. 

Callar no otorga, callar contribuye a la paz del sujeto que busca su bienestar interior cuando las reyertas ideológicas y políticas están de manera clara posicionadas en sus respectivos nichos argumentativos, no obstante, callar trae consigo un efecto colateral: es capaz de aumentar el conflicto por especulación de creencia, es decir, las partes enfrentadas asocian el silencio con parcialidad: error en la interpretación de los involucrados en el conflicto por causa de la pasión de la emoción; mala consejera- la emoción- en el ejercicio del proceder humano en cuanto a conflictos y demás acciones políticas y cotidianas ceñidas al natural desenvolvimiento según el contexto histórico, social y económico de los sujetos humanos en concreto, pues para ejercer la vida es necesario crear las condiciones suficientes para el desarrollo de la experiencia desde la existencia vital. He allí cuando el espíritu reflexivo, ése que busca comprender las causas y los motivos de las acciones humanas, es calificado de «tibio» en sus posturas sobre el meollo central de un problema. La complicada postura en relación a cualquier desencuentro humano es,  sin duda, mantenerse en equilibrio y tratar de comprender la razón suficiente de las acciones y pensamientos de los hombres, aunque tal postura nos lleve a la soledad y a la inapetencia de estar rodeado de gente capaz de restar tranquilidad al alma ecuánime del espíritu comprensivo. 

Los hombres comprensivos no son entendidos, son arrastrados al ostracismo por las mentes ordinarias incapaces de reflexionar sobre si mismas, y en efecto, de saber que las diferencias ideológicas y de posturas [cualesquiera sea el motivo] frente a un tema específico, cuando es rígida la postura e inflexible el entendimiento, causan más sufrimiento que sosiego. No estamos para hacerle la vida miserable a ningún mortal, de ello se encarga la vida. Acepto las posturas de todos, pues las partes del todo yacen en mi espíritu. ¿Cómo no comprender las alegrías y los sufrires de las gentes si yo mismo soy una sección de la totalidad de lo humano? Soy de todas partes, y de todas partes es mi Ser, mi alma. Compadecerme del prójimo es estar conscientes de la unidad espiritual en la que existen mis amigos y enemigos, mis acólitos y desconocidos. Somos uno porque una es el alma universal. El equilibrio es comprender al que odia, al que ama, la alegría y la tristeza. El equilibrio es estar en paz consigo mismo, en encontrar el órden subyacente al caos. Es vivir a plenitud las emociones y congeniarlas para dotar  de sentido a la vida en pleno. Soy de aquí y de allá, de la estrella del firmamento, del atardecer cordillerano, del mar profundo y del enfermo que yace su pena. Cada alma vive en mi, así como yo vivo en las almas de todos los hombres. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS