Óscar se sentía aburrido. Mayo estaba casi a punto de terminar y él todavía no había alcanzado con lo que contaba. Se preguntaba si los demás miembros de la banda sentían lo mismo que él, pero algo le sugería que saber la respuesta a esa pregunta no le iba a ayudar mucho.
Para quitarse esos pensamientos que no valían nada, fue a leer un libro.
Escogió un libro al azar, uno que ni siquiera estaba entre sus favoritos, pero ahora no tenía tiempo de pensar en esos detalles. Pero desde las primeras páginas tuvo una sensación mucho más extraña que la de hasta ese momento.
Esta sensación consistía en algo parecido a la que tiene uno cuando intenta hacer un trabajo muy importante, y hacerlo de la mejor manera posible, pero por alguna razón, en su memoria le empiezan a aparecer momentos aleatorios del pasado, momentos que, entre otras cosas, nunca tuvieron mucho valor para él. La diferencia era que en su caso, Óscar veía momentos que no recordaba para nada, y estaba muy seguro de que nunca habían ocurrido.
Entonces ¿por qué le aparecían en la imaginación? Y ¿por qué le parecía que casi lo perseguían?
Su miedo ahora estaba más fuerte. Óscar ya no sabía qué hacer. Y entonces cerró el libro, regresó a su instrumento y emitió unas notas.
¿Se sintió mejor al hacer eso? Un poco. Pero eso no lo salvaba, porque él era muy consciente de que este era solamente el comienzo, y un comienzo, para decir lo mínimo, muy poco claro para él.
Probablemente no le hubiera parecido más claro si se hubiera encontrado en su lugar, porque Óscar, por lo menos, ya había aprendido a hacer frente a las situaciones más difíciles. Lo único que lo preocupaba era que encontrar una salida y hacer que nunca se repitieran no siempre era tan fácil.
Óscar entendía muy bien que si se desesperara y no hiciera nada para cambiar la situación, la cual ya estaba bastante dramática, nada cambiaría. Pero tenía miedo de que sus colegas de grupo no estarían de acuerdo con él y que en este caso, tendría que darle un nuevo inicio a todo. Para evitar todo, decidió pensar ahora en lo posible y en lo que sería mejor evitar.
Pero algo lo tenía todavía preocupado. Y eso no se debía solamente al hecho de que tocaba la batería, un instrumento diferente a los demás tanto por forma como por sonido, aunque de eso, claramente, también se trataba, porque necesitó tiempo para aprender el arte de tocar la batería, y aun así, le parecía que podría mejorar, y tenía razón, pero no sabía cómo hacerlo.
«Si hago algo mal y me gano los reproches de miles de personas, mi único deseo es que esos reproches sean lo más detallados posible. Así al menos van a tener sentido», dijo, olvidando que en este momento estaba solo y nadie le oía.
Lo que sabía que no quería hacer era golpear su instrumento con tanto ruido como cae una lluvia fuerte.
No se sentía como alguien con capacidades inaccesibles a la mayoría. Y estaba listo para que lo criticaran y lo reprocharon. Por lo menos, esto sería mejor que la situación en la que se encontraba ahora sin poder decir quién había causado esa situación, aunque la respuesta parecía bastante obvia.
Y no es que pensara que el culpable fuera él. De hecho, nadie pensaba eso. Sin embargo, sus dudas andaban creciendo cada segundo. Era como si él ya no perteneciera a este mundo.
Sabía que estaba exagerando. Sabía que estaba poniendo la toallita en una llaga que todavía no se había hecho visible, pero también sabía que sería mucho peor actuar como si todo estuviera perfecto.
Estaba claro que nunca alcanzaría la perfección total, pero al menos se esforzaban para hacer lo que podía hacer. Y cuando llegara el día del concierto de los Monstruos, el concierto que todos estaban esperando, no solamente en Santiago sino también en otras ciudades, y eso iba a ser un
evento que nadie iba a olvidar, un evento del que se iba a hablar por mucho tiempo. Y Óscar iba a darle su aporte a ese evento. Claro, no iba a
ser muy significativo, pero iba a ser un aporte de todas formas.
«Espero que se eviten accidentes», pensó, «porque ya leí sobre bastantes de esos casos, y no quiero que el nuestro sea otro más. Tampoco quiero
que la gente nos vea como a los que no sé cómo describir».
Le faltaban palabras para expresar lo que le estaba llenando la cabeza. Este era solamente el comienzo, pero él se sentía como si ya fuera el
fin, y trataba en todas las maneras que conocía de convencerse de lo opuesto. Al mismo tiempo, no sabía si los otros componentes también
tenían el mismo miedo o si estaban tranquilos.
Pero si ellos estaban tranquilos, entonces ¿de qué se preocupaba él? Tal vez haya que decir que esa no era la primera vez, porque también se preocupaba antes de los exámenes en el colegio (no recordaba todo de esos tiempos, pero algo permanecía en su memoria). Pero eso era diferente,
porque entonces era más joven y tenía menos experiencia de la vida. En cambio, ahora tenía que saber lo que, con todas las probabilidades, lo esperaba. No era difícil darse cuenta de ello, sin embargo, Óscar sentía que estaba cerca de un riesgo muy fuerte.
Ese riesgo le cambiaba todo en su cabeza, igual que el miedo a usar mal su tiempo. Por lo demás, se deseaba que la actuación le fuera bien a él y no solamente a él. Lo único que le quedaba era esperar a que llegara el tiempo necesario. Y todo lo demás, o por lo menos lo que contaba, se haría claro y visible después.
¿Pero quizás no todo iba a ser como él pensó inicialmente? Es que ya había experimentado eso antes, y le llevó mucho tiempo salir de esa situación y tenerla en cuenta para el futuro. Y no era una cuestión muy difícil, pero tampoco más fácil, porque algo, o incluso todo, podía
cambiar en cualquier momento sin que él daba cuenta. Eso ya le había pasado muchas veces antes, y él ya se había más o menos acostumbrado,
pero eso mismo era la razón de sus preocupaciones.
Pero pensó que sería mucho mejor esperar.
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