Premisa: Escribe una historia sobre una cama estrecha y una inundación. Titula la historia «Sueños tardíos».
Sueños tardíos
Mayo de 1954.
Querido diario:
Dicen que cuando marzo mayea, mayo marcea. Quizá por eso todo el mes haya estado lloviendo sin parar.
Hace dos días llovió mucho en el pueblo, y yo estaba allí, en la casa donde crecí, cuidando de mi madre. Solo Dios sabe que recé para que no necesitase ir esa noche al servicio, pues el agua estaba entrando por la rendija bajo la puerta, y no quería que mamá se mojase los pies. Han pasado 42 años, pero sé que aún tiene pesadillas.
Hace dos días soñé conmigo misma hace 42 años. Yo tan solo era una niña de 8, pero aún tengo un trauma de lo que pasó aquella noche de luna nueva de abril. En mi cama, estrecha, mientras escuchaba la tormenta, recordaba los gritos de la tripulación ordenándonos salir del Titanic a mujeres y niños en primer lugar. Así que mamá y yo nos subimos a un bote con más gente de primera clase, como nosotras. Era un bote estrecho, aunque menos que mi cama de hace dos días. Supongo que, al estar apiñadas con más personas, lo recuerdo mucho más pequeño de lo que era.
Conseguí pegar ojo cuando la tormenta amainó. Y soñé con el naufragio. Con el miedo en los ojos de mamá, la necesidad de dormir, solo superada por la necesidad de sobrevivir. La gente del bote había cogido panecillos del comedor, y se sacrificaron para que los tres niños que estábamos allí comiésemos algo. No sirvió para quitarnos el frío, el sueño, y tan solo hizo que tuviésemos un poco menos de hambre.
Fue una noche heladora. Y cada vez que llueve, cada vez que en la radio anuncian riesgo de inundaciones, tengo pesadillas con la terrible noche en la que naufragó el Titanic.
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