Historia de mis cinco guitarras

Historia de mis cinco guitarras

Historia de mis cinco Guitarras Y de cómo arroje una de ellas Al fondo del río

Mi primera guitarra es dulce como un campo lleno de flores. Su sonido es natural, salido de la tierra misma. Su mensaje, claro, tibio y agradable. Ella es una de mis favoritas porque sabe decir lo que piensa usando palabras simples, porque es una amante de la vida. Hay una cosa que la entristece y es el odio que existe en el mundo, esa falta de paz que perdura en el corazón del hombre y que este busca desesperadamente, pero siempre en los lugares equivocados. Si, esta es mi primer guitarra, una enamorada de las cosas simples y sensible al sufrimiento humano.

Mi segunda guitarra es una amante de los aplausos. Se ensaña con la idea de que es la mejor y no existe nadie comparable a ella. Yo la amo y siento un poco de lástima por ella, por su estrechez mental. Gira sobre sí misma alabándose y queriendo ser alabada, siempre haciendo referencia a su cuidado trabajo en madera hecho por un famoso luthier. Varias veces me ha irritado su manera tan vana de pensar, pues, la observo encerrada en sí misma, en su belleza. Aunque suene desafinada, sus oídos obstruidos por la vanagloria no lo oyen y así transcurre su triste vida.

La tercer guitarra cree que subiendo el tono de su voz será oída con mayor facilidad. Ella es hermosa, brillante y muy aplaudida por todos. Sin embargo, se considera poco importante, y es por eso que sufre de frecuentes estallidos de rabia, motivados por ese fuerte sentimiento de baja estima personal. Lamentablemente, es poco inteligente y esto me amarga porque no puede ver lo hermosa que ella es.

Mi cuarta guitarra es atolondrada y no mide las consecuencias de sus acciones. De todas maneras, la gente la respeta y la quiere porque habla con el corazón, nunca se guarda nada. Tiene grandes planes para su futuro, pero yo le digo, ¿y hoy? ¿Qué pensas del día de hoy? Ella evade mi pregunta diciendo que la vida es una predestinación. No importa lo que se haga, bueno o malo, al final se logrará lo anhelado, cuestión con la que estoy en amplio desacuerdo. El trabajo y la fatiga de hoy dará sus frutos mañana, y eso es perseverancia y fe. Sin sacar la vista del presente se alcanza el futuro.

La quinta guitarra va por la vida buscando algo en que creer. Su personalidad, un tanto mística, no hace más que escrutar los cielos interrogando el fin de los tiempos. Se arrodilla ante imágenes, pero no se da

cuenta que ellas están muertas y no pueden satisfacer ninguna de sus necesidades espirituales. Agotada de viajar, hace sonar canciones tristes mientras se pregunta en que ha de acabar todo aquello. Ella me lo pidió, y una tarde muy fría sin pensarlo fuimos a la costa del río y la arrojé. Unos segundos flotó entre las nieblas del atardecer y luego se alejó, como siguiendo una ruta ya conocida. Antes de perderse en el horizonte la vi hundirse, y sin que esto signifique su muerte (pues no creo en la muerte) ella desapareció.

No tenía más remedio, su vida era algo así como un círculo de acciones vanas, sin respuestas y sin salida. Es verdad que lo hice contra mi voluntad pero, ¿ cómo negarme al ver sus ojos negros expresando ese infinito dolor?

Bellas, altivas, simples, suicidas. Estas son mis cinco guitarras.

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