Premisa: Escribe una historia sobre un secreto y un líquido oscuro. El personaje principal de la historia es un conservador de museo.
Perkins
Su tía Ágatha murió hace casi 30 años. Era joven y fue todo un escándalo a nivel nacional. ¿Por qué había fallecido la aristócrata más rica del país con tan solo cincuenta y siete años, si no tenía enfermedades reconocidas y se cuidaba tanto?
Además, Perkins recuerda que le costó Dios y ayuda conseguir su herencia. Era el segundo heredero, solo por detrás de Misifú, la gata de su tía.
Durante meses, intentó deshacerse de la gata al mismo tiempo que los que estaban tras Perkins en el testamento querían hacer lo propio con él.
Por eso, a día de hoy aún guarda el secreto de que fue él quien mató a Misifú, no Madame Astra, como había hecho creer a todo el mundo. Sabe que la pitonisa no le perdonará en la vida, pero mientras ella se está pudriendo en la cárcel, Perkins es el dueño de su destino.
A pesar de que el resto de herederos quisieron durante años acabar con él, se los fue quitando del medio, consiguiendo así hacerse con todo el dinero de Ágatha, e impidiendo que fuera a parar a manos de cualquiera de los que en algún momento se habían acercado a su tía.
A los pocos años de la muerte de Ágatha, Perkins quiso alejarse del barullo mediático que suponía ser el barón más rico del país, así que decidió abrir su propio museo, con todas las obras de arte que había heredado de su familia, así como las que había adquirido él con el capital heredado.
El museo ni siquiera llevaría su nombre. Perkins era consciente de que él era mucho menos querido y admirado por la sociedad de lo que lo había sido su tía, así que el museo se llamaría “El museo de la tía Ágatha”.
A día de hoy, Perkins tiene cincuenta y dos años, sigue siendo el conservador del museo y es un hombre que ha pasado a un segundo, tercer o cuarto plano en el panorama mediático.
En cambio, a pesar de su edad se mantiene tan joven como cuando no llegaba a la treintena. Ese era su secreto mejor guardado, en una tortura confesaría antes haber asesinado a la gata.
Mientras pasea por su museo, recuerda que a mediodía olvidó su dosis. Saca un frasquito pequeño del bolsillo, en el que se puede ver un líquido oscuro y denso, que a cualquiera podría parecerle sangre. Lo abre, y bebe el líquido de un solo trago. Así es como mantiene su juventud sin gastar ni un euro en operaciones estéticas.
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