ES ESA REUNIÓN CON TUS AMIGOS donde reías, donde sentías que
podías quedarte toda la vida, donde brillabas; ES TU HOGAR, donde te levantabas
y tu mamá ya está poniendo el café, donde sonaba de fondo música que conocés,
donde viene tu perra al encuentro de tus pies; es ese mensajito de un amigo que
pasa a tomar mates o te busca para ir a tomar algo; ES EL DOMINGO, donde
escuchás a tus sobrinos jugar, donde están tus hermanos preparando ensaladas,
tu viejo poniendo el asado, donde termina el asado y empieza la preparación del
café y se cambian los manteles para que empiece el campeonato de Burako; ES ESE
SENTIMIENTO DE PLENITUD, de consuelo, de sentir que nada te falta en los
abrazos de quienes querés, es el «no estas solo» de tus papás, es el
«contá conmigo» de tus amigos, es el «vas a salir de ésta
también» de tus hermanos, es el «juguemos?» de tus sobrinos, es
el saludo con beso y abrazo, es la navidad, el año nuevo, los cumpleaños.
ES EL RECUERDO
DE TODO que te patea el pecho, es la incertidumbre de no saber cuando volvés a
abrazar a todos, es el encuentro con vos y vacíos que nada llena, es el trabajo
de sentir que vos elegiste ésto, es la esperanza de que vas a estar mejor, es
la búsqueda de tu rumbo, es desconstruirte para crear tu nuevo vos, es el miedo
a que te olviden, el dolor de perder el día a día.
ES TU DUELO SIN
FINAL ANUNCIADO, TU DUELO que duele. Entonces empezás a entender que
siempre va a ser parte tuyo, con la esperanza que con el tiempo duela menos,
pero está ahi.
Empieza un nuevo
desafío diario: unificar tu persona, integrar el desdoblamiento de tu
persona, donde tu mente y alma están allá, donde aún se siente tu casa, tu
gente, tu lugar; y por otro lado, está tu cuerpo físico intentando adaptarse a
cambios constantes, a cada cosa nueva, a sus nuevas rutinas, nuevos idiomas,
nueva gente, nuevos olores, pero también cargando un baúl de recuerdos.
Sentís la DUALIDAD:
que no podrías quedarte sin saber lo que fue la experiencia de dejar todo
atrás, que no tendrías que haberlo hecho, que estás mejor, que lo estabas
antes, que extrañás hasta las lágrimas, que no querés volver, que querés
teletransportarte, que amas tu nueva vida, que la odias, que disfrutas
MUCHISIMO, que te carcome la culpa, que hay otros que les pasa igual, que estás
solo.
Caes en la
cuenta que no sabés ni definir o explicar que te está pasando y sabés que alguien más
lo está transitando cuando le contás y le cae una lágrima, porque en su cabeza recreó con
TU relato SU historia.
Entonces
encontramos consuelo en que el tiempo todo lo cura, pero… el tiempo todo lo
cura? cuánto? cuando me voy a dar cuenta? curar es emparchar con nuevas
anécdotas? con olvido? Bueno… nadie sabe.
Y así te
encontrás pidiendo al universo, a Dios, a tus ancestros, a la Pachamama, a
quien sea que puedas encontrar el sendero, que seas feliz, que haya valido la
pena, que no te olviden, que deje de doler, que de nuevo, en un nuevo contexto
con un nuevo vos RECONSTRUIDO vuelvas a brillar.
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