Decía estar segura del grave peligro que representaba para los niños semejante depravado sexual. De inmediato organizamos una cruzada en procura de desenmascarar al viejo extraño. Fue ese martes, cuando previo acuerdo nos dispusimos a seguir al viejo y sus acompañantes . Armados de garrotes, cuchillos y piedras, caminamos a cierta distancia detrás de ellos, hasta que se internaron en el bosquecito. Una vez penetraron en la vegetación del pequeño pulmón citadino, el grupo comandado por doña Lolita, también lo hizo, permaneciendo siempre a cierta distancia para no ser vistos. Ya estábamos listos para atacar, porque la idea era llegar de sorpresa y deshacer aquella orgía que pensábamos, era lo que el viejo y los muchachos engañados por éste, protagonizaban; pero no fue así: Fernán, uno de los vendedores más violentos de la zona, se nos adelantó para desgracia de todos.Corriendo velozmente hacia donde se escuchaban voces, gritos y aplausos, irrumpió y de un certero y contundente golpe de garrote en la cabeza derribó al viejo dejándolo sin sentido. Fer, como le llamábamos cariñosamente, intentó terminar su faena arqueando el garrote para asestar un nuevo golpe, pero un nutrido grupo de manos y brazos se lo impidió, obligándolo a cesar el ataque.
Todos corrimos a socorrer a Fer, ante lo que creíamos era una respuesta defensiva de los jóvencitos por la agresión de nuestro compañero al anciano, pero no. Aquello fue la reacción de quienes intentaban evitar se cometiera una injusticia, la que a la postre se materializaría, pues el viejo murió horas después en un centro asistencial hospitalario cercano.Fenán fue detenido por la policía, y los diarios y demás medios, disparaban titulares sobre la muerte de un depredador sexual en el bosquecito, a manos de ciudadanos preocupados por la integridad y vida de los niños de ese sector de la ciudad. Continúa
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