Insisto en sentir como se siente cuando se enamora por vez primera, esa apacible angustia que genera la presencia de ese ser que transforma la existencia en vida.

Un cúmulo de locura que explota cuando el deseo de sus almas que están determinadas a encontrarse, se perciben estallando cuál supernova esparciendo su esencia en el espacio infinito.

No destinadas a quemarse o desvanecerse, sino, generando una evolución cósmica que trascienden en el recuerdo de quienes poseídos por sus deseos más esenciales terminan enlazados en la incorruptible relatividad del tiempo.

Insisten, se mantienen; fuerzas opuestas odio- amor rigen sus apetitos más superfluos y en su lucha constante alcanza el máximo brillo cual galaxia que ilumina su indivisible universo.

Se Permiten experimentar las veces que sean necesarias está explosión, insistiendo en vivir en plenitud una vida que genera el desvelo de encontrar ese alguien que es capaz de mover miles de miles de millones de estrellas por el deseo de compañía, esa misma que despliega la cercanía indefinible de dos visiones juntas bajo una misma resonancia el amor; que a simple vista es raro e irreconocible para otros.

En conjunción a Enamorarse juntando fragmentos de materia (cuerpo )y alma (pensamientos) con la idealización de flotar en el firmamento cómo nebulosas atraídas gravitatoriamente hasta formar una masa única que atribuya sus sentimientos más profundos cautivos en la incesante reminiscencia del asombro de estar el uno para el otro.

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