Las tres hojas en el aire.

Las tres hojas en el aire.

Yo iba andando, manejando suavemente, cuando de pronto me di cuenta que venían hacia mí, juntas, flotando lenta y maravillosamente tres hojas de árboles de color amarillo opaco, con pintas entre verdes y negras en sus cuerpos. Ellas venían dialogando, conversando, jugueteando y riéndose en su vuelo, parecía que nada les mortificaba o que nada les importaba, pues se veían alegres en su andar, no le prestaban atención a nada más, solo iban ahí, montadas sobre el lomo transparente de un chorro de brisa fresca quien las cargaba, las acariciaba y las jamaqueaba de aquí para allá mientras ellas eran felices como niñas pequeñas. En verdad gozaban libremente del viaje por los aires, era un mediodía solitario, callado, sin muchas interrupciones humanas. El entorno en esos minutos era gris, pues tenía ganas de llover, era un momento de prelluvia; un espacio de tiempo en el que la brisa era abundante, expresiva y alucinante, por esto ellas sentían tanta frescura revuelta con pasión y emoción; ellas sin dudas sentían esto en el viajar por ese espacio medio vacío de ese mágico momento.

Las tres hojas decidieron irse de su casa en ese instante a vivir sus propias experiencias, se sentían grandes, se sentían adultas, maduras e independientes para vivir fuera de su lugar de nacimiento sin ningún inconveniente, querían conocer otros lugares y otros espacios diferentes, pues estaban aburridas de tanto estar guindadas en su casa, en su entorno y en su hogar. Por eso al momento de la fuerte brisa decidieron emprender el viaje, decidieron dar rienda suelta a sus emociones y a sus pensamientos, no escucharon los consejos de sus papás o más bien los consejos de su padre. El viejo árbol no quería que ellas sufrieran en ese mundo que estaba allá afuera; un mundo cruel, desalmado, lleno de todo tipo de maldad y que ellas no conocían, por eso este viejo y barbudo hombre constantemente les aconsejaba que no cometieran una locura de salir de su hogar sin rumbo fijo, sin ninguna preparación y sin conocimiento de las relaciones ambientales fuera de sus entornos, puesto él en su larga vida conocía las vivencias y las maldades de las interacciones humanas que lo rodeaban.

Las tres hojas quienes eran hermanas, no escucharon el consejo del viejo árbol, no le prestaron atención a la sabiduría de su padre, pues eran muy rebeldes y caprichosas, solo querían cumplir sus deseos de juventud. A ellas cuando se les metía algo en la cabeza nada las hacía cambiar de parecer, por eso sin pensarlo mucho se arrojaron a ese mundo desconocido que estaba fuera lejos de sus alcances y de sus pocas visiones. Se lanzaron al mar de esas olas frescas del viento, quien con su brisa penetrante del momento las cautivó, él desde su vientre hacía brotar un aliento natural convertido en la brisa más pura y deliciosa que ellas podían sentir en ese instante, fue así como su vuelo en esos segundos era hermoso, era algo mágico, pero a estas tres hojas nunca se les pasó por la cabeza lo que el destino les tenía preparado, más que el destino, era la cruel realidad que les había advertido su padre. Luego que la brisa dejara de correr, sus sueños idílicos se esfumaron, pues la brisa de un momento a otro dejó de viajar, el viento se paró y el sol mandó los más fuertes e incandescentes rayos haciéndolas despertar de su aventura, entonces ya sin brisa, ellas no podían seguir volando, por lo que se fueron a pique, se cayeron y sintieron así el desagradable e intenso calor de un pavimento que ardía en llamas porque el sol con su furia lo había hecho calentar demasiado, luego de unos instantes empezaron a sentir el temor más grande de sus vidas, pues las interacciones humanas empezaron a ser más intensas y ellas por más que querían devolverse a su habitad natural no podían, ya era irreversible su decisión, sus arrepentimientos no servían de nada, por eso mientras allá abajo ellas intentaban sacarle el cuerpo a las acciones de los humanos, su padre, el viejo árbol, las veía sufrir y él lloraba de impotencia porque no podía hacer nada para salvarlas. Pasaron algunos minutos y los carros cada vez eran más y lo peor es que andaban con afán a altas velocidades, fue así como fueron atropelladas por las llantas desalmadas de esos automóviles que andaban a toda prisa por ahí. Una tractomula bien cargada de varios materiales pasó por encima de ellas, luego un bus, luego un volco y luego muchos otros tipos de carros pasaron por encima de esos pobres cuerpecitos de las delicadas hojas que fueron desapareciendo poco a poco sin quedar si quiera el rastro. Así perecieron las tres hojas de árboles que en un momento mágico volaron y disfrutaron del aire, pero que después sufrieron las consecuencias de sus actos desventurados y de ellas no quedó nada, solo este triste cuento como homenaje a esas tres muertes de las tres hojas de árbol en el aire.

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