Capítulo III: Elnath

Si el drama y la exageración encarnarán en una persona, sería la chica de la información. Los niños suelen tener caídas y una pierna rota no es mucho más que tiempo de recuperación y reposo. Pensó Elnath

Acercándose al niño pálido, noto que le aplicaban células sanguíneas intravenosas y le entablillaban la pierna de la lesión.

Definitivamente una transfusión era algo exagerado. Tuvo la penosa necesidad de buscar explicaciones, otra vez. Era algo difícil para ella, en teoría era la líder, sin embargo no se comunicaba cómo tal, así que, sentía que decepcionaba cada que buscaba respuestas sobre cualquier tema.

-¿Qué le sucedió a mi hermano?, preguntó en voz alta hacia nadie en específico y evidentemente la ignoraron, la preocupación por Hadar se mezcló con su frustración, ni para cuestiones importantes podía ejercer su posición con gracia.

Uno de los hombres con bata se apiadó de la Princesa de juguete y se dirigió a ella.

-Acompañeme Princesa. Dijo el médico.

Ella obedeció sin chistar. Ya fuera de la habitación se sintió expectante a la respuesta, su estómago le había dado una tregua, podía pensar con más claridad y sus emociones ya no parecian nublar su mente. Elnath espero a que el hombre iniciará la conversación.

-Esta mañana el Príncipe se encontraba jugando en el patio, sin supervisión, eso es culpa del personal, creo que debe…

-¿Qué le pasó a mi hermano?, Interrumpió Elnath con evidente enojo.

El hombre acomodó su corbata y prosiguió.

-Se cayó y se rompió la pierna derecha, según el Rayos X manual, es una fractura limpia, pero, y el verdadero problema es que no ha dejado de sangrar, mi conjetura es que el Príncipe Hadar tiene hemofilia, aunque debo llevarlo al centro hospitalario para realizarle los exámenes pertinentes.

-¿Qué significa sus conjeturas?, ¿Una enfermedad?. Cuestionó Elnath sin detenerse a considerar el tono ni la forma en la que escupía sus palabras.

-Exactamente, pero, reitero solo son conjeturas, hasta realizar los exámenes pertinentes no se puede diagnosticar aun.

La mente de la chica iba a mil por hora, primero su madre la abandonó, luego su padre amenazaba con hacer lo mismo mediante una enfermedad y ahora su hermano, cómo era posible. El terror se empezaba a cernir sobre su cabeza, ya no eran pensamientos melancólicos, era una amenaza real muy palpable, se quedaría sola, moriría sola.

-¿Pueden hacer los exámenes aquí?. Preguntó la Princesa.

-Si se podría pero es mucho mejor si todo se…

-No importa, tienen que ser discretos, así que debe de hacerse aquí, bajo mi supervisión, no se lo puede comentar a nadie, ni a los ministros, ni al Rey, ni a mi hermano. ¿Entendió?. Interrumpió ella nuevamente.

-Princesa disculpe pero al menos el paciente debe estar al tanto de todo.

-No. Es menor de edad así que los principios bioéticos no se aplican en este caso. Refuto Elnath

La expresión del médico viajó de desconcierto a incomodidad y finalmente a aceptación, luego de asentir con la cabeza se retiró sin mediar más palabra.

Algo en ella simplemente se agrieto y se deformó, no sabía qué, pero buscaba frenéticamente la respuesta en sus adentros. Entró nuevamente a la habitación de su hermano, él parecía estar esperándola, se sentó a su lado y le beso la frente, la etiqueta y las costumbres ya nadaban en un mar de desechos. Todos la miraron, a la espera de que ella se percatara de su mal juicio, pero ya le importaba un pepino, ya sabía que se había agrietado y deformado, esa maldita máscara.