Artículo 5 (La década afortunada)

Artículo 5 (La década afortunada)

LA DÉCADA AFORTUNADA

Junio – 2023

Para ciertos momentos me gusta el sonido del silencio. El resto del tiempo prefiero la grata compañía de la radio, sobre todo cuando estoy en la cocina haciendo la comida.

Hoy tengo puesta una emisora que combina tertulias desenfadadas y guasonas con música para el recuerdo. ¡Y qué recuerdos! Me veo obligada a freír el pescado en automático. Y es que los pies se me van y la mente se me ensancha, porque vuelvo a la década afortunada y eso es como volver de nuevo a casa.

Ya sabíamos de años atrás que We are the Champions. Los de Queen se habían encargado de decírnoslo. Lo que no sabíamos era que con el tiempo acabaríamos siendo los putos amos.

Algunos formamos parte del apoyo logístico el día que Leonard Cohen decidió con muchos de los suyos que First,( lo primerito de todo) era We take Manhattan, y que después ya se vería si tomar Berlín, dividido aún por su muro infame.

Sin dinero para un billete de avión a Nueva York, vivimos intensamente La estación de los amores con Franco Battiato, en una Italia donde Ricchi e Poveri lo justificaban todo diciendo “Sarà perché ti amo.”

Mientras, un Miguel Ríos aerodinámico y tridimensional se la pasaba dando volantines por toda la geografía hispana y nos lo hacía saber cantando sin rencores El blues del autobús. Siempre tuvimos claro que en el escenario de su vida todos éramos Bienvenidos.

Y como el Sur también existe, algunos decidieron no dejarse pisar aún llevando chanclas y abrieron camino para que otros en la década siguiente no fuesen discriminados por arar los campos con un tractor amarillo.

Ya veníamos arrastrando el cansancio discotequero con mucha Fiebre del sábado noche. Ya decíamos a nuestras madres, como Mecano, que hoy no nos podíamos levantar.

Pero ellas, tan insensibles, le daban la razón a Alaska respondiendo que a quien le importa.

Levántate y anda, Mari Pili, si es que puedes.

Acercándonos al sábado, U2 metía presión preguntando si íbamos a ir de marcha, porque ellos iban a salir si o si, With or Without You.

Cuando ya no podíamos más, se presentaba Michael Jackson, con un baile inverosímil que era un crimen no bailar. Y bailábamos descoyuntados como zombis, muertos de cansancio y de risa en una juventud que se movía y era movida, que creaba y recreaba como nunca, en una década tan envidiada y prodigiosa como era la nuestra.

Hace un momento Nacha Pop me recordó que para nada soy una chica de oro, que para ellos siempre seré La chica de ayer, la del corazón tan esponjado como el pelo con permanente, la de los hombros rectos con hombreras, la que tuvo la suerte de vivir su juventud en los ochenta.

Otros quehaceres me reclaman. Antes de apagar la radio Alphaville me pregunta si quiero ser Forever Young con ellos, en un himno inmortal que atraviesa fronteras y generaciones.

Contesto que sí, que me apunten en la lista. Tengo la materia prima algo gastada, pero cuarenta años después no he olvidado el mensaje

El paraíso puede esperar,

solo estamos mirando los cielos

Con esperanza de lo mejor,

pero esperando lo peor.

Déjanos morir jóvenes

o vivir para siempre

no tenemos el poder,

pero nunca decimos nunca.

Sentados en un arenero

la vida es un viaje corto….

Mientras cantamos juntos, una sonrisa me nace en la cara. No voy a caer en el error de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero…

Still loving you, década de los ochenta. Fue un placer tu compañía.

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