Capítulo II: Elnath

Capítulo II: Elnath

Kore

23/09/2023

La luz que se escabulle a través de las cortinas es un claro recordatorio del nuevo día que Elnath tiene que empezar. Ella prefiere la oscuridad, dentro de esta, no necesita halagar a alguien, sonreir, fingir emociones, nada de eso, no necesita una máscara. ¿Cómo llego a este punto?.

Lista para empezar, se levanta de su cama, a esta hora las cortinas ya no apaciguan el sol, así que son inservibles, las abre, permitiendo que la luz fluya libremente por los rincones de su impecable cuarto.

-Para muchos esto se debe asemejar a una casa. pensó

Después de una ducha rápida, tiene el valor de mirarse al espejo, otra vez tiene que fingir ser otra, la máscara ya le pesa. Al principio todo era por cumplidos o evitar castigos, hacer felices a los mayores, si dices o haces esto te evitarás muchas cosas malas, pensaba. Pero ahora se está asfixiando, no desea tolerarlo más. Un esbozo de esa sonrisa falsa aparece en el espejo, ahora si puede empezar con su día.

Como princesa del país y representante de su padre enfermo, debe asistir a las juntas con los ministros de los sectores, sí surge un problema, ella debe resolverlo, sí la IA encuentra un fallo, tiene que arreglarlo, básicamente ella hace el trabajo de su padre, no es mucho la verdad, es evidente que la labor de su padre solo es un adorno para el país y bueno, para ella también.

Su estómago se siente pesado, su cuello rígido, aunque haya dormido no siente el descanso prometido. A veces piensa que se metió tanto en su papel de farsante que su cuerpo ya no le pertenece, ahora solo es una marioneta, deseaba acabar con todo, lanzarse del precipicio sin pensarlo dos veces realmente está cansada de…..

-¿Ya te vas? pregunta Hadar interrumpiendo el hilo sus pensamientos.

-Sip. responde ella. ¿Quieres venir? añade.

-No realmente, en tu cara se nota que esas reuniones son aburridas. comento el chico.

Ella genuinamente se ríe.

-¿Vemos algo cuando vuelva? le propone Elnath

El pequeño demuestra su asentimiento con brincos de felicidad, tomándola por sorpresa, así que ella no se queda atrás con las muestras de cariño y le da un abrazo que hace que el chico se sonroje. No son los hermanos más apegados, pero se quieren mucho. Ahora lo recuerda, por eso debe tolerar la máscara, al menos por un tiempo.

El aire fresco de la mañana era un alivio para el torbellino de sus pensamientos, la sección del gobierno era una isla flotante, no para estar lejos de los ciudadanos, es puramente decorativo, le aseguró su padre la primera vez que lo mencionó. No necesitaba transporte, podía simplemente caminar hacia la reunión con los ministros. Los senderos estaban adornados con el verde radiante de la naturaleza, salpicado con distintos colores por las flores, y a su vez eran delimitados por toques dorados y caminos de marmolina blanca. La vista realmente apaciguaba mentes inquietas como la de ella. De vez en cuando se topaba con personas que disfrutaban del bello lugar, los envidiaba, no todos podían darse el lujo de una vida con pocas responsabilidades.

Se sumergió en los recuerdos del pasado, cuando su familia de cuatro personas salía a divertirse, tardes en el césped, juegos con pelotas, escondidas, escuchar libros bajo la sombra de un árbol, la tranquilizadora llamada de su madre para que concluyerá el día, la nostalgia que decoraba las mañanas como esas, hacía que esas memorias se autoproclaman como la expresión máxima de felicidad.

Ella era la mayor, bisnieta del primer Rey de la familia Capella, por lo tanto heredera al trono, un trono de juguete, sus funciones explícitas eran sonreir, verse bien, ayudar con inconvenientes que la IA no pudiera resolver, los cuales no eran muchos y comentarselo a su padre, eso claro, hasta que él mejorará y ella pudiera continuar con sus estudios.

Se dejó llevar por las evocaciones de la escena y el clima que, ni siquiera notó cuando llegó a la sala de juntas. Esto contrastaba mucho con todo lo anterior, sobrio, tonos grises y cafés, el mundo de los ministros. El único adorno el cual, Elnath le parecía digno de mencionar era la mesa de juntas, una estrella pentagonal que hacía honor al sistema generado por la IA. Ella se sentaba en el borde inferior, transformándose en una estrella invertida, cada que se sentaba en la mesa, lo recordaba.

-Adoradores del diablo. Pensó, y se rió para sus adentros.

La reunión se llevó sin ningún contratiempo, aburrida, como siempre, nada en lo que la princesa de adorno, Elnath Capella pudiera contribuir, ella estaba acostumbrada a eso, pero no podía evitar sentirse melancólica, extrañaba sus días de tranquilidad en los que decidía su rutina.

La nostalgia invadía sus pensamientos que ni siquiera notó el camino de regreso, volvió en sí cuando escuchó los gritos, varias personas corriendo a través del pasillo, eso era algo nuevo, preocupante, su estómago se revolvió y apareció un nudo en su garganta, comenzaba a asustarse.

Su padre tenía cáncer metastásico, en otras palabras, aquellos tumores malignos se habían apoderado de diferentes partes de su cuerpo, los antiguos tratamientos abrasivos se habían cambiado, ya era algo más fácil de tratar pero lo de su padre parecía grave, aunque el personal de salud aparentaba mucha confianza en su recuperación.

-Tal vez deba despedirme de él. Pensó.

Se dirigió hacia los aposentos de su padre pero notó que las personas que corrían se dirigían a otro lugar, por lo que concluyó que no era su padre el que despertaba la preocupación de todas estas personas, fue un alivio, desde hace años que se sentía incómoda con la presencia de su padre y bueno, también por su salud. Pero aún estaba el misterio en la mesa. Decidida a preguntar se acercó a una de las personas apuradas.

-Disculpe señorita, ¿Me puede comentar el motivo por el que todos ustedes están tan apurados ? Cuestionó la Princesa.

La chica la miró como si viniera de otro planeta, debía ser algo demasiado evidente como para despertar esa expresión de respuesta, después de unos segundos de silencio respondió.

-Su hermano se encuentra malherido, Princesa, dijo al fin la chica.

Elnath palideció, su cuerpo se puso pesado de repente, no sentía sus piernas y un calor intenso se apoderó de su cara, olvidando la etiqueta se dirigió hacia la habitación de su hermano, encontrándose en cama, con una pierna rota.

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