Susurro al oído el problema que tiene tu mente borrosa y estancada. El destino se esconde entre líneas de un poema sincero. La subjetividad del juicio nos plantea el miedo y el limite de la sonrisa. Te confieso mis noches sin sueño a pesar del día con día, que me premia con vivirlo en vida.

Emocionado y ansioso, mi condena constante ante el pobre volumen del espíritu. Aún pienso que un café y una conexión visual son elementales. Dejar en el andar lo que estorbe y no permitir que se nos vaya el rayo de sol. El presente dictara nuestro mañana.

Percibo que algo en mi quiere volver, se fue hace mucho. Agarro el libro y la melodía, empolvada pero intacta, con gozo de amor y mejora continua. El miedo es normal, sale en mi piel ante la alerta de la prevención. Escucho mi mente y sincronizo a mi corazón. Quiero ir y no dar marcha atrás. Dios me guía y yo creo.

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