“No basta tener o contar con una voz melodiosa para entonar un tango. No. Hay que sentirlo, además. Hay que vivir su espíritu”. Carlos Gardel.
Una historia ….Hoy 11 de diciembre en el Día Nacional del Tango, en la nación de Argentina.
Esa noche decidí verlo. Ya me había dicho, María Laura, la hija del vecino, que él, allí tenía su “barra”. Que todas las noches se acercaba un gran número de personas para escucharlo cantar…Que llegaba en compañía de otro cantor, José Razzaro, al que mencionaban como el “El Uruguayo”.
Decidí entonces, a jugar mi suerte…Me escaparía de 8:00 a 9:00 pm… dispuesta a absorber toda la música que salía de su garganta, y que se quedaría impregnada como cinta adherible en mi memoria, en mis sentidos, sin importar, revelar en mí, todo el sentimiento que solo al oírlo, me desgarraba. Era como un vórtice de emociones…Como destapar el contenido de un vino burbujeante añejado y que, al derramarse, fluía aprisa, con un solo destino: verlo en persona. …Así eran mis sensaciones.
Entre el alborozo y aplausos de los asistentes, lo vi entrar. Saludó a todos, moviendo el ala del sombrero negro que cubría su prolija caballera, endrina y sedosa. Tal como en mis sueños me lo había imaginado, igual al anunció de las revistas y periódicos, que advertían de su espectáculo: rostro de Adonis con mirada dulce, pero lo que más cautivaba era su sonrisa…sensual, incitadora, invitaba a la provocación. Con labios que podían abrir todas las bocas, de las ansiosas mujeres que mostraban el palpitar de sus pechos, ¡tan solo por un fugaz beso ¡.Damas apasionadas, transformadas en fieras codiciosas para el deseo y el placer, asediándolo con ojeadas y gestos… Yo, fui una de ellas…En cada fantasía de mi mente avara, anhelaba cada parte de su perfecto cuerpo.
Se comentaba y así se informaba, que se estaba presentando en salas y en lujosos cabarés. Si tenía que acudir a cada uno de ellos, allí, estaría…
Esa noche llegó al café “´O Rondemán”, frente al Mercado de Abasto, atrás lo segundaba Razzaro y José María Aguilar, otro músico que lo acompañaba. Las piezas “Entre colores” se le escuchó entonar y después “Cantar Eterno” …La acogida se hizo notar con el sonido de las palmas y vítores de los presentes.
De su voz se percibían melodías de nostalgias, imprescindibles y como accesorio, se acrecentaban en toda su elegante figura varonil. Sentía que esas notas, de añoranzas, tenían aromas placenteras de malvas o de violetas otoñales…¡ un éxtasis para los sentidos¡
En oportunidades, me dejaba venir por la calle Uruguay, entre Cangallo (hoy Perón) donde decían residía, con su señora madre, pero nunca lo vi entrar ni salir…Varias veces remolqué mis pasos por el cansancio para lograr encontrarme con él. Recorrí veredas y ¡nada¡ …Pero, no fue en el café “´O Rondemán”, donde me nació el febril embeleso por su presencia, fue mucho después….
Fue en el “Armenonville”, en el selecto y distinguido salón. Así lo penetraron mis ojos: impecablemente ataviado, con ambo (pantalón y saco), chaleco y corbata de seda con lazo. Llevaba fragancia de perfume de origen francés y sus cabellos endrinos, peinados perfectamente con gomina y encima de su hermosa cabeza, su “gacho” o fedora gris, que casi siempre completó su indumentaria, Una prenda de vestir, que con los años se inmortalizó como el “sombrero gardeliano”.
Se rumoraba entre los asiduos asistentes, que el cantante, compositor y autor, tenía buen sentido del humor, amigo de todos, de carácter informal, aunque el vestuario dibujaba lo contrario, de ánimo agradable y divertido….
Sé de su fragancia, porque al pasar dejaba estelas de exquisitas esencias, que a todas nos impresionaba. No hubo una dama que no aspiraba despertar en sus brazos y ser manantial de inspiración de las letras de sus tangos.
Siempre sonreído, igual que en la fotografía coloreada que le hiciera en 1933, Jose´ María Silva. Regalaba sonrisas a tropel…No existe un retrato sin esa emblemática expresión en su bello rostro.
Enamorada en silencio, me juré beberle esa angelical sonrisa…Posarme lentamente en sus ojos, imitando a las mariposas monarcas, besucar sus largas pestañas…Acariciar sus pobladas cejas, enmarcando, con mis dedos sus formas, bordeando su prolijo alineado… Eso lo hice infinidades de veces en mis fantasías oníricas. Si él y la Providencia, me lo hubiesen permitido, existirían hileras de huellas en su espalda, perfilando las constelaciones de sus pecas y lunares y marcas de mimos en su perfumada piel. Ilusión de juguetear haciendo enredos en su vello pectoral…
“Tú sobrina está obsesionada con “Carlitos” …
“Esa son las hormonas, pronto se hará mujer…Es una admiración la que la mantiene con ese embebecimiento”. Dijo la tía como respuesta.
“No la veo embebecida… la veo realmente enamorada…” Le respondió el hombre, esposo de la mujer.
“Todas las mujeres de este país, incluyéndome, estamos enamoradas de Gardel.”
“Entonces, lo de ella no es enamoramiento…es amor”. Replicó el tío político.
“Valentina… ¿qué hacés con el periódico y tijeras en manos?”
“Recorto las reseñas de las carreras…Ayer, domingo, ganó “Lunático”, el caballo de “El Zorzal. Que, así como el ave, su canto peculiar, convoca y seduce con su voz. Quiero irme a verlo en su gira y esa noche le besaré su boca y le confesaré mi amor”. Respondió la joven.
¡Mentiras¡¡Mentiras! Todo estaba en mi pasional delirio. …No pude sentir su piel, ni besar su tentadora boca… mí “Carlitos” voló y subió a los Cielos, entre las alas y el trinar de miles de zorzales el 24 de junio 1935, y con él, Alfredo Le Pera, el co-compositor de sus reconocidos éxitos: “Mis Buenos Aires querido”,“ Caminito”, “Por una cabeza”, “Cuesta abajo”, “El día que me quieras”, “Melodía de Arrabal”, “Sus ojos se cerraron”, “Volver” “Mano a Mano” entre otros, así como los músicos que lo acompañaban en su gira, los guitarristas: Guillermo Barbieri, Ángel Domingo Riverol y José María Porras. Un fatal accidente en el aeropuerto de Medellín, Colombia, cegó su exitosa y notable vida.
Mí Carlitos fallecido, recordado como: “El Zorzal Criollo”, “El Morocho del Abasto”, “EL Mago”, “El Rey del Tango, “EL Mudo”, hasta “El Troesma” (modismo, inversión de las sílabas de la palabra “Maestro”)
En el mes de septiembre del año 2003, la Unesco registró la voz del inmortal tanguista en su programa Memoria del Mundo, como de preservación e identificación de documentos patrimoniales.
Si un ser prodigioso se mide por sus cualidades extraordinarias, para quien escribe, Carlos Gardel o Charles Romuald Gardés, su nombre genuino, icono universal del tango, fue un prodigio primoroso y ¡único!. Compositor, intérprete, autor de películas, marcan su versátil obra. Con más de mil quinientas grabaciones musicales, no solo de tangos, sino de milongas y del folclor argentino y demás composiciones, incluidas las versiones en dúo con José Razzaro y las que no fueron editadas. Igualmente, completan su talentoso arte, sus películas grabadas, no solo en la Argentina, algunas en Francia y otras en Nueva York.
Su deceso prematuro, las anotaciones históricas refieren de 44 años, aún sigue rondando el mito…Descansa en el Mausoleo de la Chacarita, morada venerada por nacionales, extranjeros y turistas, que lo visitan en toda época del año.
“…a Gardel hay que escucharlo en una Victrola, con toda la distorsión y la pérdida imaginables, su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco”. Palabras del extinto el escritor Julio Cortázar, publicadas en la Revista Sur, en la Buenos Aires, en el año 1953.
Y así lo es y será, como dicen por aquí:
Carlitos… ¡Cada día, canta mejor!
Y muchas Valentinas, seguirán entonando:
“Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez”
Ana Sabrina Pirela Paz
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