Presentación terapia grupo

PRESENTACIÓN EN TERAPIA DE GRUPO.

Me llamo Christian y soy psicólogo especializado en terapias de grupo. Hemos unido en uno dos grupos, siendo yo, digamos, el secretario de mi jefa, el que lo apunta todo y, a veces, pregunta e interviene, si nota que el proceso de catársis verbal se ve mermado o se atasca en un punto determinado. Contamos con dos horas al día, dos veces por semana. El nombre de mi superiora es Ruth. Cuenta con bastantes años más que yo, tanto en edad, como en experiencia profesional. Durante la primera semana, basta con realizar nuestras presentaciones, explicar el proceso terapéutico por el que nos hemos de guiar, normas y conductas deontológicas y, para todos, en la actuación, etc. Ya, en las dos horas siguientes del segundo día correspondiente a la, aún, primera semana, se lleva a cabo la presentación de cada interviniente o paciente, a ser posible, breve, aunque las dos horas se explayan, más allá del tiempo, en un momento tan crucial, que completa la mitad de la tercera sesión; durante la otra mitad, comienza la interacción, acuerdos y desacuerdos con, finalmente, óptima resolución, entre ellos, bajo los principios fundamentales del desarrollo de habilidades, tanto empáticas, como asertivas. Todos los presentes han sido entrevistados, evaluados y, finalmente, aceptados, para formar parte del grupo; yo, ya, tomo nota:

Carmen es una señora mayor, que, aunque no lo reconozca, le sienta fatal el paso del tiempo; no envejece con dignidad. Cuenta con varias pensiones y hostales que, regenta, junto a su hija mayor, encontrándose casada con un hombre de gran hemiplegia, permanentemente postrado en silla de ruedas. Viaja, con frecuencia, a Cuba, donde se le practican operaciones quirúrgicas de cirugía estética facial y corporal, a un precio más accesible, pues resulta muy mirada en cuestiones de dinero y gasto. Ésto hace que, obsesivamente, cuestione su relación sentimental con un joven de allí, con el que mantiene una larga relación sentimental, con gran componente sexual, en la que él le pide y, consigue, cuantiosas sumas de dinero a cambio. Posee una mente preclara y, aunque ve dicha relación con sumo amor y pasión, le duele, sobremanera, pensar que exista un interés, puramente, económico. Omito detalles sobre sus experiencias sexuales, con la intención de guardar su, temblequeante, dignidad como mujer y como persona.

Frida es una anoréxica de, tan sólo, 23 años, y, hasta hace poco, con un brillante, según notas y trabajos en la universidad, futuro profesional. Perfeccionista y, como ocurre en numerosos casos de este tipo de trastorno alimentario, superdotada, viste con ropa excesivamente holgada, para disimular su extrema delgadez. Es alta, rubia de melena crispada, seca; se le cae el pelo, de ojos azules hundidos y con graves problemas bucodentales por la, casi, nulidad de sus encías. Supersticiosa, cree, fervientemente, que sus, antes, amigas de verdad, por envidia, le han echado un mal de ojo, hipótesis que, en una frenética carrera de ronda de adivinos y tarotistas, la mayoría, se lo han negado y, la han emplazado al tratamiento psiquiátrico. Inteligente, como ella sola, alguna duda le cabe en su mente, cuando se encuentra, entre nosotros; eso sí, a empujones de sus, preocupados, familiares.

Emilio, es un varón en edad madura que, mediante un humor con el que pretende relativizar su propio drama, nos habla, primero, de su estimada mujer e hijas, de si su equipo de fútbol logrará subir a primera división,… hasta, reconocer, que mantiene una tóxica relación con un joven chapero bilbaíno, con el que se cita en específicas saunas, de ambiente homosexual, preguntándose, con insistencia, si dicho joven, realmente, le quiere. El chico es toxicómano, pretende, dice, ayudarlo, y, además, agarrándome los machos, como suele decirse, apunto, pirómano, en casa y en los montes de su ciudad, cuando más aprieta el calor y el viento resulta variable.

Antón, es un hombre tremendamente celoso, que pretende recuperar a su mujer, en pleno proceso de divorcio; pésimo padre, la amenaza con suicidarse, eso sí, a base de ingestas de sobredosis de los psicofármacos que toma, contra su depresión y ataques de ansiedad. Cobra una pensión por una reconocida minusvalía y, revienta de celos cuando ve trabajar a su mujer en un establecimiento comercial de cara al público, aunque mantiene orden de alejamiento. A pesar de todo, cuando ha sufrido graves recaídas o, incluso, se le ha remitido al psiquiátrico, su mujer e hijo, han estado a su lado.

Patxi sufre fuerte neuroticismo y trastorno de la personalidad, bastante común en muchos creativos publicitarios, nueva ornada de artistas presionados, obsesionados tras largas e interminables jornadas de lluvia de ideas eficaces y novedosas. Sus éxitos, son tomados por su jefe, como suyos. Le encanta su trabajo, pero, lógicamente, se siente agotado y no, ni siquiera suficientemente, reconocido. Toma

abundantes dosis de ansiolíticos, desde que se levanta, tras mal dormir, hasta que, exhausto, se acuesta.

Begoña sufre esquizofrenia paranoide, obsesionada con que la controlan, persiguen por la calle o vigilan, aún estando, encerrada en casa a cal y canto. Escucha voces y ve fantasmas que la otorgan malos consejos e insultan, en episodios psicóticos, que, generalmente, son mitigados por una estricta medicación; entonces, tales fantasmas, se dirigen a ella de forma correcta y le aportan buenos consejos. Dichos efectos derivados de su enfermedad mental, han sido la causa de su despido, en una inmobiliaria donde, la presionaban, pero, sobre todo, debido a la crisis del sector, aún distante de encontrarse recuperada. Ello le ha supuesto, añadida, una fuerte depresión.

Igor es, o ha sido, porque puede que tal condición se mantenga para siempre, un marinero alcohólico. Abandonaba, durante largos períodos de tiempo, los encuentros, por su profesión, y, el buen trato, a su mujer, a la que echa mucho de menos, tras matarse, voluntariamente, ésta, tirándose por un peligroso arranco, al que accede, tras tomar un taxi, desde su residencia. Su hija mayor, tras el hecho, reniega de él y, la segunda, ni estudia ni trabaja ( lo que se conoce como “nini”), preocupándose, solamente, de sus salidas nocturnas de jueves a domingos inclusive, gastando demasiado dinero en ropa y complementos de marca, que luce sin complejos. El padre le suministra el dinero necesario, por temor a que, ésta, también lo abandone. Igor se siente culpable por todo lo ocurrido; asiste, así mismo, a Alcohólicos Anónimos, pero, allí, no le tratan, por ejemplo, del chantaje emocional al que le insta, continuamente, su hija menor que, según su hermana, no pasa de choni- sexy, puesto que carece de cualquier atisbo de mínima elegancia o saber estar.

Vanesa sigue crispada con un, aún bebé, que va siendo ya niño, al que tiende a rechazar y cuesta reconocerlo como suyo. Por tiempos psicológicos, hace bastante que debía haber superado una depresión postparto. El marido es el que más se ocupa del bebé, puesto que, con ella, el bebé no cesa de llorar, como si se diese cuenta de que no le quiere. Tiene, por otra parte, el sentimiento dual, del miedo a que, si prosigue así, acaben por quitarle la custodia de su hijo. Lo peor: intentó arrojar a su niño desde un sexto piso; teme las reacciones de allegados y familiares y, a que pasen, a decisiones jurídicas más serias. Desea reconocer, cuidar adecuadamente y, sentir amor, hacia su pequeño.

A Ernesto, con toda una de sus piernas, ortopédica, que esconde bajo sus largos pantalones, no se le evidencia más que un ligero cojeo al caminar. Posee su automóvil adaptado y trabaja, en una gran empresa, en la que se siente plenamente cómodo, como inspector de ventas, por lo que, a menudo, se encuentra, de viaje. De esta manera, ha conocido a una mujer, sumamente importante para él, en un hotel, y que, parece, ha surgido, entre ambos, una relación especial, en la que no encuentra, por temor al fracaso, el momento idóneo para contar su minusvalía; tampoco en sus contactos a través de internet, por videoconferencia.

Susan es una joven estudiante de, voluntaria, permanencia de tradición familiar, religión de orientación musulmana. Usa burkini, en la playa, durante época de verano y, por supuesto, pañuelos variados y hermosos, en su linda cabeza, causa de marginación, rechazo generalizado y bulling en su instituto, hasta el punto de que, en varias ocasiones, la han agredido psicológica, física y, hasta, sexualmente. El director del colegio ha comunicado a sus padres que, si la causa del acoso es dicho pañuelo, que, por favor, renieguen de él y, se adapten, totalmente, a la indumentaria occidental del país. Las consiguientes denuncias, el cuerpo de policía, les comunica que se han traspapelado, una tras otra, y, así, constantemente; Susan, de férreas creencias, sobrevive en permanente pánico, resultando, a veces, irracional, su fuerte miedo.

Raimon pertenece a una, extremadamente pura, raza albina, lo que le supone, no tener pelo en ningún lugar de su cuerpo, ataviarse del todo para que no le dé el sol, más muchas inevitables licencias, que le complican, demasiado, su vida cotidiana. Se siente tan observado por la gente, en general, que, importándole mucho el qué dirán, ha desarrollado una compleja agorafobia, que le impide salir a la calle. Atrincherado en su casa, en sus intentos de salir, sufre vértigos, grandes migrañas y diarreas psicosomáticas. Para asistir a la terapia, viene en su viejo coche, de cristales, absolutamente, tintados; ¿Cómo superarlo?

Rita, antes alcaldesa en las filas de un determinado partido político y, ganancias económicas, a costa del erario público, actualmente, trabaja de auxiliar administrativo, tras pasar por la cárcel e ir pagando su cuantiosa multa, en gran parte, con retenciones en su nómina. Debe, pero, le cuesta, moderar, bastante, su, anterior, alto nivel de vida, al tiempo que, rememora, sin poder evitarlo, su traumática experiencia carcelaria; trauma que, como todos, quiere superar, más, teniendo en cuenta, que, se considera, una mujer de fuerte personalidad, que, ahora, continuamente, se tambalea.

Maru es una, aún incipiente, actriz de teatro, con trabajo seguro e importantes expectativas de futuro, algo envidiable en su área laboral, pero, que no supera, su pánico escénico, teniendo, por ello, que tomar, bastantes tranquilizantes y demás ansiolíticos, a los que se siente enganchada o dependiente, justo antes, de salir a escena. Consume, en estos momentos, tres paquetes de cigarrillos al día, fumando, lógicamente, un pitillo detrás de otro. Por, ésta otra gran dependencia, tiene que salir, varias veces, mientras se desarrolla la terapia, a fumar, para paliar su ansia de nicotina.

Victoria, concertista, con éxito, de piano, se siente anulada, con baja autoestima, por una madre que le exige lo imposible, al igual que a ella misma se lo exige. Durante, su más reciente, encontronazo con su progenitora, las dos solas, en una pequeña iglesia, joya arquitectónica, de un pueblo cercano, Victoria no pudo resistir la tentación de tocar el órgano eclesiástico, pero, su madre, virtuosa de los mismos instrumentos musicales, la aparta del asiento, con el fin de enseñarla a tocar con mayor perfección, el mismo tema musical. La madre, en el estrado, la insulta como fracasada; la hija, ahora ella en tal estrado, le culpa de que, jamás, la ha elogiado por ninguno de sus éxitos, que, nunca la ha motivado, debido a su enorme egocéntrico egoísmo. Por ésto, supone, sufre altibajos constantes en su estado anímico.

A Nuria, señora madura, la han pillado, robando objetos, sin aparente sentido, de un hipermercado que, por las cámaras de vigilancia, ya la tenían controlada. Su marido, Piero, ludópada, también presente en las sesiones, tiene prohibido el acceso a los casinos y salas de apuestas, pero, inevitablemente, se arruina con las máquinas tragaperras. Hijos y, demás familia, se avergüenzan de ellos, por lo que se sienten, extremadamente, solos.

Amador sufre vigorexia; de condición gay, debe reconocer que, la envidia, le mata. Informático, nunca hubiese imaginado encontrarse en el paro; percibe una renta socioeconómica de urgencia; no obstante, continua yendo al polideportido y, a veces, a caros gimnasios, tomando sustancias dopantes y, encontrándose, extraordinariamente, musculado. Ha mantenido una relación sentimental, durante años, con un joven estudiante de aparejador, en Burgos. Infiel y celoso al extremo, Amador ha acudido al despacho de un investigador privado, con el fin de, controlar, muy de cerca, los movimientos de su pareja…, hasta que, ésta, se percata de la presencia del detective, sin dudar la causa, de donde procede, tan estrambótica situación; aún así, se requiebra, pero no se rompe, su, generosa relación, que pretende subsanar, salvar, conocer las habilidades, sobre todo, cognitivas, para reconducirla.

Jonan desea salir, de pleno, de una peligrosa secta, que, lo captó, en uno de sus momentos más vulnerables y que, al decidir dejarlo, recibe graves amenazas presenciales, telefónicas, en su perfil de internet, etc., denominándole traidor, después de quedarse con su dinero y bienes económicos. Jonan intenta superar su anulada, falta, personalidad. Se siente confundido, aunque, su familia, le cobija, en su proceso de readaptación a la sociedad; pero, no se siente seguro y, por ende, tiene mucho miedo; así mismo, quiere escapar de su pueblo, de escasos, tradicionales e, intolerantes, residentes. Sufre, allí, por los desplantes con que, dicha localidad, ataca a sus más cercanos en apego.

Dana padece trastornos obsesivo- compulsivos ( TOC) que impiden una vida relativamente feliz: énfasis desmesurado en su, repetitiva, limpieza de manos y demás; del orden; de pensamientos repetitivos y constantes supersticiones, que no logra superar, por ella sola.

Sergio, acababa de sacarse el carnet de conducir, cuando, de noche, con otros dos amigos, uno en el asiento del copiloto y, el otro, en el asiento trasero, sufre un malogrado accidente de tráfico, al no ver, de lado, un camión de mercancías, que tenía preferencia sobre él. Como fatídico resultado, fallecen sus dos amigos y, Sergio, pasa cinco meses hospitalizado, para curar sus, numerosas, roturas. El seguro se hace cargo de la mayor cuantía, a modo de, indemnización; no obstante, los parientes de los fallecidos, no cesan en culpabilizarlo, más, teniendo en cuenta, que dio positivo en alcohol, anfetaminas y cocaína. Su estrés postraumático puede cronificarse, si no recibe, atención psicológica y ayuda urgente.

Bibiana, de cincuenta y cinco años, soltera, sin hijos, los padres ya muertos, se siente tremendamente sola. En su casa, con huerta, acoge, en estos momentos, a quince perros, anteriormente, maltratados o abandonados, más a cuarenta y dos gatos, también recogidos de la calle; pero, sus mascotas le acarrean numerosos conflictos vecinales. Además, la policía, amenaza con quitárselos, por las denuncias interpuestas y, por, según alguna enemiga, falta de sensibilidad, problemas de salubridad. Bibiana, afirma, que no podría vivir con la falta de sus animalitos domésticos y, con razón, de lo que muere, en estos instantes, es por el, exagerado, pero comprensible, terror, a que se lleven a cabo, tales traumáticas y, cohercitivas, medidas.

21 participantes que interactuarán, como objetivo seguro, eficazmente entre ellos y, con nosotros dos, para, finalmente, manejar las necesarias habilidades cognitivo- conductuales, en sociedad. La evolución del grupo, por tanto, resultará, sin duda, positiva o,… eso esperamos,… eso espero…

Según mis anotaciones, Amador reta a Emilio, a vivir, públicamente, su condición homosexual, a lo que éste se niega con rotundidad, para, no deteriorar, su estructurado y, conservador, ámbito familiar; Ernesto, culpa a Raimon, de minusvalorar el concepto de ser diferente, que preferiría su blancura de piel y, su falta de pelo, y, de vello, antes de, no contar, con una pierna propia, sustituida por, otra, ortopédica; Frida echa en cara a Susan de hacerse la víctima, en cuanto a su velo capilar y, hace saber, que, su físico deteriorado, a causa, según ella, que no reconoce su anorexia, del mal de ojo de sus, ahora, enemigas, pueda ser, que no halle solución; Victoria se solidariza con Mara, en su comprensión del pánico escénico que padece e, incluso, habiéndola escuchado con suma atención, inicia el proceso de relativización, en cuanto al problema personal con su madre, y, de este modo, comienza a regular, estabilizando, una, en principio, baja autoestima; Igor, al que le falta, irremedialemente, su mujer, achaca a Sergio y, a, Antón, de desprenderse, intenciondamente, de cualquier responsabilidad, en el caos de sus experiencias emocionales, con la familia y, demás, allegados, a lo que, ellos, contestan con un, absoluto, silencio; Patxi, adicto al trabajo, acusa a Bibiana de excesiva frivolidad y, caer, en la vagancia, irrespetuosa con el resto de habitantes de su comunidad, al no considerar los problemas que, crea, semejante listado interminable de mascotas que copan su residencia; Ernesto, que interviene, una vez más, afirma, entender, a la perfección, la anulación de su personalidad, por parte de Jonan, debido a una determinada secta; tanto Begoña como Dana, mutuamente, no se soportan, a causa de sus, respectivas, incontrolables obsesiones, que causan conductas excéntricas que, a menudo, alteran el buen ritmo de las interacciones psicoterapéuticas, dentro del grupo; a varios, Carmen les resulta, tediosa y arrogante, por la manera a la que se enfrenta a su, inevitable, vejez; Rita, no comprende a Vanesa, en el rechazo hacia su hijo, la tilda de mala persona, mientras, se justifica, durante su etapa de política, según ella, siempre, supuestamente, corrupta; Patxi, reconoce que, el historial ludópata de Piero, le ha dejado en estado de shock y, que, también, le conmueve, la cleptomanía irrefrenable de su mujer; Dana, sorprendentemente, a pesar de su TOC, se relaciona, con suma fluidez, dentro del grupo en general, y, en especial, con Nuria, con Carmen, y, también, con Bibiana, curiosamente, todas ellas, mujeres.

En sesiones siguientes, Ruth juega con el intercambio terapéutico de roles entre las fricciones que van, afortunadamente, apareciendo, y, la cooperación eficaz para la resolución de dichos conflictos. Todos los participantes, a raiz, sobre todo, del rol- playing, aprenden a desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro y la habilidad de reclamar y, conseguir, justas propuestas hacia uno mismo, sin que, por mutuas partes, se falte al respeto o, se dañe, las sensibilidades propias y, fundamentalmente, las del otro. Cada cual consta en su papel que, aunque no corresponda al del principio, agudizado, minorizado, o, modificado; así, se encuentra al rebelde, siempre, contestatario, al conservador, más bien paradito, al pasivo, al activo en participación, con un determinado tipo de liderazgo, el obstructor a evitar para no bloquear, permanentemente, el uen desarrollo de la terapia, el agresivo, el pacificador y mediador, etc.

Pasan las sesiones y, fruto de ellas, cada cual alcanza lo siguiente: Carmen no accede al chantaje sentimental; Frida, acepta, los consejos psíquicos y médicos, de su familia e intenciones; Patxi inicia nuevas miras, más allá de lo que resulta de su adicción al trabajo; Begoña, a pesar de sus, mitigados, por terapia y medicación, brotes esquizofrénicos, se ve, por fin, capaz de establecer satisfactorias interacciones y nudos afectivos exentos de toxicidad; Igor, mantiene su presencia en las reuniones de Alcohólicos Anónimos; Susan, se siente aceptada y aliviada, con bloqueo emocional ante gente intolerante; Raimon, poco a poco, se va alejando de sus rotes de agorafobia y, despacio, consigue salir de su casa; Rita supera el trauma de su paso por la cárcel, sin sentirse, ya, constantemente, juzgada, quedando en paz con su multa y paso por prisión; Maru se enfrenta, con éxito, a su pánico escénico; Victoria agarra las riendas de su vida, perdonando los errores que, su madre, hubiese cometido; Nuria y Piero se hacen, plenamente, conscientes, de que es necesario atajar, cuanto antes, sus respectivas adicciones; Amador, empieza, por vivir, más intensamente, su favorable relación sentimental, en la que confía; Jonan va consiguiendo una óptima reinserción social, tras su paso por una secta peligrosa; a Dana, se le regula, más específicamente, la medicación que, palian, más que antes, sus TOC; Sergio se libra de su extremo sentimiento de culpabilidad, nada constructivo, para afrontar nuevos retos de futuro, dejando transcurrir su, cada vez, menor, estrés postraumático; y, Bibiana, qué diantres, continua cuidando, sin miedo, a sus mascotas, que la hacen tan feliz, sin sufrir, con adelanto de trágicos presagios, el pavor a su futuro por presiones, sobre todo, vecinales.

Una experiencia profesional, emocional y vital, que yo, permanente apuntador de todo registro que, durante la terapia grupal, se precie, nunca olvidaré…

Gracias por la atención,

KF/Errenteria, a 12 del 8 de 2016.

germán fdez. Miguélez

navarra-65-3izq.,20100,errenteria,gipuzkoa,españa

ldo.periodismo, publicidad,psicologíaUPV;profesor canto y piano

nacido en SS, el 5 del 1 de 1968

34081199-Y

kermanfdez@hotmail.com

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS