Tal vez algo en su rostro

Tal vez algo en su rostro me disgustaba 

Había algo en él, algo fuera de lugar, algo que no encajaba, algo imperfecto que rompía la cordura de mi interior y que me provocaba, ¿A qué? Se preguntaran

Pues a matarlo, pero no le deseaba la muerte natural, deseaba ser yo quien se encargue, y hacerlo a golpes, que todos vayan directamente hacia su cara para tratar de acomodar bruscamente sus rasgos que tanto me atormentaban.

No tenía una alma en los ojos, la mentira yacía en ellos como si fuese su hogar, de hecho, quizá lo era, y quizá él era un mentiroso asqueroso que, si bien todos somos mentirosos, tal vez él era ese tipo de mentiroso que miente única y exclusivamente por si mismo, que lo hace por capricho y no por necesidad. lo peor de esto sería que miente mal, ¡Y tiene ojos de que es así! Que horror de persona, que horror de ojos. Pero si bajamos un poco veremos su nariz, una nariz…Extraña, no encajaba con su cara, no pertenecía a ese lugar, era una nariz bastarda y en lugar de pena me causaba un enojo descomunal.

Estaba tan mal posicionada y perezosamente dibujada

Pero podemos seguir bajando y llegaremos a sus labios, grandes, realmente grandes 

Cómo si estuviese lanzando siempre un beso al aire, se me estremecían los nudillos de impotencia

Labios que casi siempre estaban separados uno del otro y daban una sensación de pereza o de idiotez en su persona

Ya no hay que bajar, no queremos ver eso, más bien hay que subir 

Su cabello…que poco estilo tenía 

Y eso que quien les habla ha conocido a personas sin estilo con más estilo que este tipo vulgar.

Entonces levanté la mano y lo golpeé, y sentí que lo hice bien, así que lo hice otra vez

Y lo golpeé con cada vez más y más fuerza, más furia, más agresividad y más fuerza de nuevo, que sonaba tan desgarradora… Él no sé opuso en ningún momento, no intento atacar ni defenderse y yo no sentí empatía alguna 

No me detuve hasta que ví al reloj dar las 3, aproximadamente quince minutos después de que inicié, solté el cabello del pobre joven aquel, limpié la sangre de mi rostro y me marché