Del poeta esplenden los versos,
Cuáles góndolas al cielo se elevan.
Que cargando ramas de cerezos,
Sus mustias ilusiones se llevan.
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Sueña con lises de nieve,
Con el paso fugaz del caracol,
En diluvios de torrente leve,
Y la luna convertida en crisol.
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Vacila al tomar la palabra,
Escribe sacrosanta su pena,
Que su corazón, lento, enhebra,
De lino, el tejido de la faena.
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Do repunta el solio del Ande,
Contempla el trono divino,
Su juvenil amor se expande,
Ante el paisaje de su faz, opalino.
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