Lágrimas en la masa de pan

Todos los días a las 2:00 de la mañana un hombre ya viejo con sus manos desgastadas, su cabello blanco como la nieve lleno de canas y con su voz aguda, se despierta muy temprano para buscar el pan, para alimentar a sus 4 nietos que quedaron en su casa después de la muerte de su única hija quien falleció en un accidente de tránsito mientras iba de camino a su trabajo; una pequeña panadería que había abierto al otro lado del pueblo con un préstamo del banco, todos los días se despertaba muy temprano para viajar en autobús hasta su pequeño negocio sus cuatro hijos eran su mayor motivación, ella siempre estaba dispuesta a darles lo mejor a su padre y a sus hijos.

Después de que su esposo la abandonara, ella decido prestar dinero en el banco y abrir una pequeña panadería, siempre que llegaba a su trabajo sacudía las mesas, la cocina y las ventanas, tomaba mas de 20 libras de harina de trigo, aceite, levadura, un poco de agua, sal y amasaba la mescla hasta dejarla suave, después la moldeaba en diferentes formas y preparaba todo tipo de panes, llegaba a las 12 de la noche a casa con unos cuantos panes fríos a la mañana siguiente preparaba un poco de agua panela y partía los panes en pequeños trozos y los repartía a sus 4 hijos y a su padre, pero un 24 de agosto a las 12 de la noche perdió la vida en un accidente de tránsito un hombre ebrio se interpuso y el conductor del autobús perdió el equilibrio lo cual causo que el vehículo chocara contra una pequeña choza (eso dicen los policías), entre los pasajeros solo dos personas murieron la panadera y una pequeña de 8 años. Dos panes rodaron de una funda negra, un indigente se percató del accidente corrió hasta allí y lo primero que encontró fueron dos panes tirados en el piso un poco sucios, los levanto y los sacudió luego corrió con ellos hasta una calle oscura y los repartió a unos cuántos gatos que tenia dentro de un cartón, la noticia del accidente llego hasta la casa de la panadera, su padre quien era un señor ya viejo se puso muy triste y sus cuatro hijos no paraban de llorar.

Al pasar meses después del accidente, el hombre decide trabar en la pequeña panadería deja a sus 3 nietos con su hermana mayor de 14 años, el adulto mayor llamado “Thomas” todos los días prepara más de 80 panes; 80 panes de tristeza, de dolor, de sufrimiento, cada pan que amasa, cada lagrima que bota, trata de disimular su sufrimiento, tan solo la masa es testigo de ello, con sus manos cansadas todos los días oprime la masa. El viejo llega a casa muy cansado ya ha perdido cliente pues es muy descuidado, solo su nieta de 14 años se da cuenta de lo le esta pasado, pues ya no come y por las noches llora en silencio siente morir el pobre viejo.

Un domingo en la mañana decide llevar a sus nietos a la panadería, les enseña a preparar la masa, a moldear el pan, mientras su nieta mayor prepara la mezcla, rodan de sus ojos lágrimas, pero estas no son lágrimas de tristeza, son lágrimas de alegría, lágrimas de felicidad porque recuerda que en cada pan que su madre horneo lo preparaba con amor, con esfuerzo, con ganas ya que sus hijos eran su motor, su mayor motivación.

Ella se emocionaba más y más, cada vez que amasaba el pan la invadía una felicidad enorme porque a pesar de su corta edad entendía que muchas familias salen a buscar el sustento de todos los días, ese sustento que llamamos el pan diario, que a veces viene acompañado de lágrimas de tristeza, de ira, de decepción, de cansancio, de angustia, de desespero, de melancolía, de frustración, pero también de felicidad, de ganas, de motivación y esperanza.

Las lágrimas que derrame ese día en la masa de pan fueron lágrimas de felicidad, es como si en ese pan que estaba amansado aquel día estuviera reflejado el rostro de mi madre, quien la considero una mujer luchadora, quien me enseño que el pan se gana con esfuerzo, se hace con sudor, con gana, con amor. Gracias a ello hoy soy la mujer que siempre ella habría querido que fuera.

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