
Distante, callada, como inmersa en otro mundo; como si fuera un espíritu perdido en este planeta terrenal; un alma sin rumbo fijo, sin dirección, sin fin, sin una meta que conseguir, simplemente un caminante atado a una estaca, que se mueve en circulos, sin querer siquiera cambiar el rumbo; como un barco sin capitán, que no sabe hacia donde debe dirigirse y se queda varado, anclado, esperando para ser remolcado; pero cuando aparece un remolcador, sin embargo, lo rechaza, no desea ser rescatado, no quiere que nadie le ayude, no vaya ser que se lleven el mérito de su éxito, cuando sea alcanzado.
Y cuando creo que vas a resurgir como el ave fénix, vuelvo a quedarme hipnotizada mirando un montón de cenizas oscuras, que no cambian en absoluto, que no sirven para nada.
Supongo, que cada cual tiene que forjar su propio camino, tiene que crearse su propio destino; no sirve de nada que te hablen, que te griten, que se enfaden, que te intenten aconsejar o ayudar, si todas estas buenas acciones no quieren ser acogidas, si no es tu momento de resurgir, tu momento de florecer.
Supongo, que yo también estuve tan perdida y ausente, aunque ahora no lo recuerde, aunque no quiera admitirlo.
Mi único consuelo, es tener la esperanza de volver a verte sonreír de verdad y verte reír con el corazón.
Asi que aquí me quedo, sentada, esperando, mirando el nido del fénix, para poder en algún momento, verte renacer de las cenizas.
OPINIONES Y COMENTARIOS